LINEAL: CASETA FORESTAL DEL PILARILLO, PUERTO DE SILES, CIMA DE PEÑALTA.
De derecha a izquierda: Pepe, Martín, Córvido Carcávico y Gavilán. Estos cuatro aventureros, desde la cima del Cerro Peñalta, queremos ofrecerles esta luminosa y nítida ruta.
SINOPSIS DE LA RUTA.-
- Iniciamos la ruta desde la Casa Forestal del Pilarillo, por una senda que en ascenso nos lleva en apenas 350 m al Puerto de Siles, para continuar en dirección a los indicadores que nos encontramos. Seguimos hacia el Cerro del Pilarillo que bordeamos por su cara Norte, para seguidamente llegar a un collado que nos ofrecía unas buenas vistas, a la derecha de Siles y el Cambrón y a la izquierda hacia el Yelmo y valle de Linarejos.
Continuamos por un agradable carril, a la sombra de los pinos hasta alcanzar una bifurcación en una pronunciada curva con un gran anchurón. Hemos topado con la senda que viene de Orcera hacia la Fuente de San Miguel y Benatae. Apenas 10 m antes de ese cruce tomaremos a la derecha en fuerte ascenso hacia la cumbre que se encuentra a poco más de 1 km.
La ruta resultó ser un auténtico placer, por todo, por el buen tiempo, por la nitidez de las vistas, por la compañía de viejos amigos que nos reencontrábamos, etc.
Sin más preámbulos y en espera sea de su agrado pasamos a ofrecérsela.
VIERNES 18 DE SEPTIEMBRE DE 2015.
Apenas comenzamos a andar, nos encontramos con estos carteles explicativos de la propia ruta. A la cumbre de Peñalta 4,76 km.
Mirando atrás le mostramos el lugar dónde dejamos el vehículo. A su derecha se encuentra la Fuente y Caseta Forestal del Pilarillo.
Vamos subiendo entre pinos.
Y a los 350 m nos encontramos con el Puerto de Siles, que nos encontramos muy bien indicado, aunque tenemos que decir que algo no cuadra con respecto a la distancia, ya que marca a la cima 2 km y hace 300 m como hemos visto indicaba 4,76 km.
Entre estos troncos de pinos vemos arriba blanquear la caseta de vigilancia que coincide con la cima del Cerro Peñalta.
Pepe, Martín y Gavilán se lo pasan de cine siempre que salen a la montaña. No hay como la naturaleza para cuidar y fortalecer la amistad.
Nada más pasar bordeando el Cerro del Pilarillo por su cara Norte, llegamos a un collado desde dónde mirando a nuestra derecha, se nos muestran estas vistas hacia el Embalse de Siles, seguido del Cambrón que aparece en el centro con la Sarga detrás, en cuya ladera Sur nace el Río Guadalimar.
Y la Caseta como bien indica su nombre, siempre vigilante.
Y a nuestra izquierda vemos como tras el frondoso Cerro de las Fuentecicas (1.369 m) comienzan a dejarse ver El Yelmo y la bella Segura de la Sierra.
Dejando atrás el referido collado.
El tridente no se podrá quejar de lo propios que Córvido Carcávico los saca en esta foto.
Las sombras de los pinos se agradecen ya que el sol comienza a pegar duro, y aún estamos en los últimos días del verano de 2015.
En el centro aparece la aldea de Linarejos, situada en la cabecera del Río Orcera. ¡Menudo enclave tiene!
El Yelmo como Dios de la comarca, se va dejando ver poco a poco, así como la reina Segura de la Sierra. A lo lejos a la derecha se pueden observar unas montañas más claras. Se trata de la zona de la Sierra de las Villas que se quemó tras una nefasta tormenta. Reconocemos claramente el cerro del Caballo Torraso que es el de la derecha.
Bonitos poyos arriba.
Estos poyos forman parte de la parte Sur de la cresta del Peñalta.
Seguimos la marcha a muy buen ritmo.
Córvido Carcávico se ha pedido la suya hacia estas vistas que nos tienen cautivados.
Al lado del camino nos encontramos con este mirador.
Y aquí llegamos al punto clave de la ruta. Nosotros iremos hacia arriba por la loma que asciende a la izquierda de la foto. Un poco más adelante se ve este indicador de la senda que viene de Orcera y que conecta con la Fuente de San Miguel y Benatae.
Tras un tramo por la empinada senda vemos abajo por primera vez la localidad de Benatae.
La senda sube por la cara Oeste de la cercana cresta.
Ya avistamos la Caseta de Vigilancia.
Bonita foto para el recuerdo esta en que aparecen Gavilán y Martín.
A punto de llegar a la cima.
La nitidez de la atmósfera nos hace disfrutar de estas lejanas vistas al Suroeste.
Vistas al Oeste, con el Valle del Guadalimar y la Sierra de Oruña detrás.
Cima del Cerro de Peñalta (1.412 m).
Desde este mirador cercano a la cumbre les mostramos estas vistas que venimos viendo al Sur. Ahora hasta aparece la lejana Sagra del Altiplano granadino a la izquierda del Yelmo.
Al Norte el Valle del Alto Guadalimar con la localidad de Siles y su embalse, por encima el inconfundible Cambrón y en el horizonte las altas cumbres de la Sierra de Alcaraz con la Sarga en el centro y el Almenara a su derecha.
Vistas al Sureste, con la aldea de Linarejos entre un mar de pinos. Una vez estos territorios fueron declarados provincia marítima. Aunque el mar está lejos, ese fue el destino para otro mar de maderas nobles (robles, encinas, hayas, quejigos, fresnos,etc) que fueron sacados de aquí para la construcción de barcos.
En el centro tras los cerros de Segura la Vieja y Navalcaballo se aprecia la figura de un gran buque invertido; se trata del Calar Corazón: El Calar del Cerro del Espino.
Abajo vemos la pequeña aldea de La Hueta. Más próximo en la derecha de la foto vemos serpentear parte de la senda por la que hemos iniciado la ruta.
A la derecha de Siles vemos elevarse rebosante de pinos el Cerro Bucentaina (1.395 m).
Quizás esta vallas de alambrada sean necesarias para la seguridad del vigilante que trabaja en esta cumbre. De todas maneras también tenemos que decir, que pese a su noble fin, no deja de ensuciar el paisaje, restándole buena parte de su belleza.
Vistas al Noroeste. Abajo la localidad de Benatae y a su derecha un poco más lejana Torres de Albanchez.
Martín poco a poco se está convirtiendo en una enciclopedia de las sierras jiennenses y andaluzas. Siempre que puede sale de su pequeño pueblo a la montaña, el sabe perfectamente dónde esta la grandeza.
Estos cuatro veteranos: Gavilán, Córvido Carcávico y Martín, ruseños de nacimiento y Pepe a su derecha (ruseño de adopción), llevan en sus botas muchos de los recónditos parajes de nuestras sierras. Saben que son tan inmensas que necesitaran otras vidas para seguir conociéndolas.
EN LOS BOSQUES
Algunos, los ingenuos, tal vez por linfatismo
encuentran en los bosques encantos misteriosos,
frescas brisas y tibios perfumes. Son dichosos.
Los soñadores sienten ondas de misticismo
y también son felices. Pero yo, por inciertos
remordimientos siempre tenazmente roído,
tengo miedo en la selva como un niño perdido
que viera en los pinares la danza de los muertos.
Las grandes espesuras, negras, siniestramente
negras, con su silencio glacial como un sudario,
todo este alucinante fatídico escenario
de un extraño y pueril terror llena mi mente.
Sobre todo en estío; la sangre del ocaso
con púrpuras de incendio mancha el gris de la bruma
y es el canto del Angelus que a lo lejos se esfuma
como un grito de angustia que siguiera mi paso.
Se alza un viento pesado, pasa un escalofrío
de horror, por la espesura de la selva inquietante;
es un horror de hielo, sin causa, delirante,
que va a desvanecerse bajo el ramaje umbrío.
Ha llegado la noche. Vuela un búho agorero,
de fantasmas de fábula se llenan los caminos,
finge una fuente oculta un rumor de asesinos
que aguardan apostados al borde del sendero.
Paul Verlaine
Mirando hacia el Oeste vemos como el Guadalimar sale de la Sierra de Segura por esa abertura al Sur de la Sierra Oruña, que aparece un poco a la izquierda del centro de la foto. Tras ese recodo se encuentra la localidad de La Puerta de Segura, cuyo nombre le viene clavado.
Es todo un lujazo contar en esta ocasión con la presencia de Pepe. Todos los que hemos caminado con él, nos hemos enriquecido de sus explicaciones, siempre fundamentadas en un constante estudio por su parte de la fauna, flora, orografía, geología, etc, de nuestras sierras. Es un auténtico libro siempre abierto a transmitir la sabiduría.
Gavilán, Corvido Carcávico y Martín, como autóctonos de Rus, dan fe del espíritu aventurero que siempre fue seña de identidad de los ruseños.
Tenemos que decir que la Caseta de Vigilancia de Peñalta es un lugar excelente para el cometido por el que se construyó. ¡Menudos dominios vigila!
Hemos elegido un día tan nítido que se aprecia perfectamente hasta zonas muy lejanas de Sierra Morena.
Abajo en dirección Este, vemos la preciosa aldea de La Hueta. Tras la bajada iríamos a comer al lado de su fresquito lavadero.
De nuevo hacia el Este, vemos en el centro La Piedra de los Agujeros, con el Cerro Bucentaina a su izquierda y el Monte Acebeas a su derecha. Por detrás se observan el Puntal de la Ajedrea, el Cerro del Pedregoso y el de Los Calarejos entre otros.
Muy a nuestro pesar, iniciamos el camino de vuelta.
La vegetación en las distintas sierras del gigantesco Parque Natural, prolifera de una manera casi desbocada. Este es sin duda el pulmón del Sur de Europa.
Detalle de la Piedra de los Agujeros.
Valle del Río Orcera. Al fondo la Sierra de la Villas.
Foto de despedida de un Cerro que seguro nos hará volver. Hasta siempre Peñalta.
Y el recorrido acaba al lado de La Caseta Forestal del Pilarillo.
Cuando regresábamos en coche hacia Segura de la Sierra hicimos esta foto del Calar de Navalperal, que faltaba en el reportaje, ya que no pudimos captarlo con una mínima calidad en la subida al Peñalta. Este calar es uno de los futuros objetivos que tenemos en mente.
Esperando que les haya gustado nuestro recorrido, nos despedimos. Hasta siempre. Saludos.
Longitud del trazado: 9,47 km incluyendo ida y vuelta.
Duración: 2 horas y 45 minutos, con relajadas paradas.
Grado de Dificultad: Baja
Agua: Llevar.
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