sábado, 20 de mayo de 2017

CERRO BAÑUELA, LA CIMA MÁS ALTA DE SIERRA MORENA.



CIRCULAR: CUEVAS DE PEÑA ESCRITA, SIERRA DE DORNILLEROS, CERRO BAÑUELA, BUITRERAS, CUEVAS DE PEÑA ESCRITA.

VISITA FACULTATIVA A LA CASCADA Y PINTURAS DE LA BATANERA.






   Cresteando por la Sierra de Dornilleros con vistas al Cerro Bañuela, Lobo, Chaparro y Córvido Carcávico les presentamos esta sorprendente andadura.


SINOPSIS DE LA RUTA.-
                                           - Elegimos como punto de partida una explanada que hay habilitada al lado de las Pinturas Rupestres de Peña Escrita.

 Salimos en dirección Norte por una senda que tomamos a la izquierda del camino de subida a las cuevas de las pinturas. En principio hay que ir pendientes para coger una sendilla que apenas a trescientos metros sale a la derecha y que es clave. Nos la encontramos señalizada con un hito y aunque bastante cerrada por la vegetación autóctona de monte mediterráneo, (con abundancia de jaras en flor, romero , robles melojos y madroños) nos fue subiendo con ilusión por la ladera Norte de la Sierra de Dornilleros con el Barranquillo de las Piedras a nuestra izquierda.

  Poco antes de llegar a la cima de la Sierra de Dornilleros dejamos la senda para ir un poco a su derecha y poder admirar las vistas que su abrupta cresta nos ofrecía. No fue difícil de andar si se tiene un poco de instinto de navegación. Fuimos reconociendo los lugares que nos rodeaban e incluso nos topamos con una fuente o manantial bajo una piedra. Retomamos de nuevo la senda que más o menos coincidía con la cresta y que un poco más adelante bordea la cima de Dornilleros a la izquierda de los raros farallones de su cara Norte.

  Tras pasar al lado de su cima la senda nos lleva hacia un collado que vemos con antelación. Al llegar giramos a la derecha por una mejor camino hacia la Sierra de Navalmanzano y su Cerro Bañuela. Desde este collado fuimos un poco hacia el Este para asomarnos al inmenso valle del Río Valmayor. Una vez retomado el referido buen camino fuimos hacia el Cerro Bañuela entre un mar de jaras en flor. El camino va hacia un geodésico posterior y cercano a la cumbre por lo que nos desviamos trocheando a la izquierda para coronar el que es el techo de la inmensa Sierra Morena. En el reportaje les ofreceremos la majestuosidad de las vistas del Bañuela y les detallaremos las numerosas sierras de las que está rodeado.

Para descender y en nuestro afán de completar un recorrido completamente circular, fuimos primero al cercano geodésico, para coger por una senda que en dirección Oeste nos irá bajando relajadamente hacia el Arroyo de Peña Escrita. Antes de llegar pasamos a la derecha de unos farallones que estaban llenos de nidos de buitres y pudimos admirar muy buenos ejemplares a los que sólo les faltó saludarnos.

 Poco antes de llegar al arroyo, en el Collado del Escorialejo, conectamos por una buena pista por la que fuimos a la derecha hasta el lugar de partida. Una vez allí y como está muy cerca subimos a echar un ojo a las pinturas rupestres figurativas de los salientes-cueva de Peña Escrita.

 Para finalizar y aunque ya pegaba bien la calor, subimos en auto hacia la cercana Cascada y Cueva de la Batanera, un maravilloso lugar que debió conocer Cervantes como ya les explicaremos.

En resumen esta ruta ha supuesto una grata sorpresa. Todos los años vistamos alguna zona de la gran Sierra Morena, aunque no es fácil por la cantidad de alambradas con la que sus dudosos dueños la tienen cercada. Sin embargo aquí en torno a Fuencaliente hemos podido disfrutar de nuestro ecosistema favorito, el Bosque Mediterráneo autóctono, en plena libertad, casi como cuando Don Quijote y Sancho se perdieron por estos parajes habitados por felices pastores enamorados.

  Sin mayor demora pasamos a ofrecerles hasta el olor de esta bellísima ruta.







     SÁBADO  20  DE  MAYO  DE  2.017.





   Lugar en el que iniciamos tras dejar el auto en una buena explanada al Sur de La Cueva-Saliente de Peña Escrita que vemos arriba y que visitaremos a la vuelta.




   Al salir hemos ido a la izquierda de las pinturas por una clara senda, pendientes de tomar esta otra que señalada por un hito tomamos a la derecha y que como ven está a tope de rica y olorosa vegetación autóctona.




    Mientras vamos impregnándonos de esos agradables olores que estas sierras desprenden sobre todo al amanecer, les mostramos el Valle del Río del Pueblo. Un bonito y solidario nombre para un río.




   En principio nos quedamos extrañados pensando en quién podría haber perdido en este lugar una pelota de golf, pero tras comprobar que ninguno practicamos tan selectivo y desbrozador "deporte", nos dimos cuenta que era un raro hongo. Lo dejamos tal cual lo ven. 




   Lobo nos dice con sarcasmo que cualquiera hace por aquí de caddy. Nosotros cada uno sus palos y su mochila, salvo que por razones extraordinarias necesite algún compañero ayuda. 




   Preciosas y raras formaciones rocosas las que llevamos a nuestra derecha conforme subimos. Arriba nuestro más apreciado trofeo: la Luna que está en su fase menguante.




   La senda es sinuosa y hay que poner todos los sentidos para no perderla.




   José saluda cuando estamos a punto de dejar la senda para ir a asomarnos a la cercana cresta.




   Y desde la cresta de la loma de la Sierra de Dornilleros vemos la zona por la que hemos venido en carretera desde Montoro. En el centro el bonito pueblo de Fuencaliente y a la izquierda su vecino Azuel blanquea algo más lejano. Por los dos hemos pasado con el coche.




   Lobo posa con el techo de Sierra Morena y el aromático valle del Arroyo de Peña Escrita a sus espaldas.




   Tras el valle del Río del Pueblo vemos alzarse desde la izquierda La Serrezuela, El Collado del Cañizal, La Morra del Puerto, Las Morras de Robledo, Peña Rodrigo y  La Sierra del Nacedero.




   Debajo de esta piedra nos encontramos con un fresco manantial.




   Pese a lo abrupto que pueda parecer el terreno de la cresta vamos caminando sin apenas dificultad mientras vemos en la lejanía la gran dehesa de Los Pedroches tras Fuencaliente y su inseparable Serrezuela.




   Ahora al fondo les mostramos el Parque Natural de la Sierra de Cardeña y Montoro que junto a otros, además de numerosas sierras conforman la Cordillera de Sierra Morena que con sus más de 400 km  recorre partes de las provincias de Jaén, Ciudad Real, Córdoba, Sevilla y Huelva.




  Hemos subido con el a nuestra izquierda, se trata del Morrón de Dornilleros (1.257 m). 




   Chaparro y Lobo nos muestran tres cuerdas: La de Dornilleros por la que andamos, La Sierra de Navalmanzano para la que vamos y la posterior de Sierra Quintana que más tarde les mostraremos.




   Vistas al Norte: Tras estas sierras se encuentra Puertollano. 




   Estamos alucinando por esta cresta de la Sierra de Dornilleros.







   Aquí el paso se complica un poco por lo que extremamos la precaución. 




   Desde esta abrupta zona Chaparro nos muestra arriba la cima de esta cuerda, que bordearemos a su izquierda un poco más adelante.




    Lobo está que no cabe de satisfacción y necesita soltarla para contagiarla.




   Crestear y crestear y Fuencaliente a la par.




    Preciosa cima de la Sierra de Dornilleros que alcanza los 1.328 m de altura, a sólo 4 del Bañuela, por lo que esta debe ser la segunda cumbre más alta de toda Sierra Morena.




   El testarudo Córvido Carcávico siempre tuvo en mente subir al techo de Sierra Morena y ahora ya bastante cercano lo muestra sobre su cabeza.




    Entre estos dos titanes de la fertilidad anda la supremacía. A la izquierda Dornilleros y a la derecha el Bañuela.  




   Estamos bordeando la cima que se encuentra sobre estos farallones.




  La cresta por la que hemos venido.




   Llevamos tiempo viendo más o menos en dirección Norte Sierra Madrona y creemos que ahora es  el momento de mostrarles el Cerro Abulagoso (1.301 m) que aparece en el centro por encima del gran valle del Río Cereceda. Un poco a su izquierda vemos el Cerro Arrayanes (1.182 m) bajo cuya falda se encuentra la Cascada y Cueva de la Batanera.




   Andando por la inesperada alfombra de finales de Mayo pese a una primavera raquítica de lluvias.




   Algún idilio debe haber entre los farallones de la cresta de Dornilleros y la Luna, que parece resistirse a seguir su camino.







  Entre estos cerros de Sierra Madrona y la contigua Sierra de Valdoro discurre el Río Montoro.




  En la izquierda vemos como continua la alargada Sierra Madrona que tras el suave collado que antecede al Río Valmayor  y lo separa del Río Cereceda.
 Continuando hacia el centro se aprecia parte de la Sierra de la Solana y por encima perfilando el horizonte creemos que vemos el paso de Despeñaperros. Mas a la derecha sobre estos últimos raspones de Dornilleros, Sierra Madrona sigue en su parte más oriental.




  Extensas vistas al Norte. Tras el Valle del Río Cereceda primero Sierra Madrona y detrás La Sierra de Valdoro y a su derecha La Sierra de La Solana separadas por el valle del Río Montoro.




  Aún no conocemos la raspa del Bañuela pero esta por la que vamos de Dornilleros es una sorpresa a cada paso. 




   Y ahí la tenemos de nuevo la silueta de la Sierra de Navalmanzano con el Cerro Bañuela (1.332 m) en lo más alto.




   De nuevo por la cresta de Dornilleros tras bordear su intrincada cima.




   Todo, incluso esta ventana nos marca irremisiblemente hacia donde iremos.




   No hacemos más que estudiar la atrayente Sierra Madrona para poder visitarla en un futuro.




   Son numerosos los robles melojos que ahora durante la primavera lucen sus mejores galas.




   Que fecundo valle este del Río Cereceda.




   Abajo a la derecha y coincidiendo con el inicio del Valle del Río Cereceda vemos como se adentra partiendo Sierra Madrona el Arroyo de las Nueve Veces que va en busca del Río Montoro.




"Poesía y paisaje... Porque cuando la mirada, antes de ser palabra, acaricia el paisaje, va levantando esa espuma que son los otros seres vivos que a su vez cohesionan, nexan, que son la armonía interna de la propia Natura. Te visitan entonces, los montes, el árbol, la flor, el trino, el aroma, el insecto, dos alas alejándose... Y descubres que nadas en la sencillez, primer hogar de la belleza. Todo versificado... La propia percepción busca la primera condición del paisaje: su capacidad de decir casi todo sin una sola palabra... El silencio y la contemplación fundan la Poesía, a mi sentir y entender cada día más necesaria... Y es que a veces, allí fuera, se ve sin apenas mirar, se lee sin libro alguno..., para que luego algo brote en medio de lo que escribes como nace la alegría en los manantiales" 

                                                                                                                        Joaquín Araújo.




   Ya vamos viendo la loma que une a las dos cuerdas más altas de Sierra Morena: Dornilleros y Navalmanzano.




   Nunca olvidaremos la sorprendente cresta de la Sierra de Dornilleros.




   Que ganas nos está dando de perdernos por ese Valle del Arroyo de las Nueve Veces, como en su día lo hicieran Sancho y Don Quijote.




HISTORIA DE UN CAMINO

 Seguido alegremente de árboles musicales,
se escapó de los bosques un camino aldeano,
que llamando a la puerta de las casas corría,
corría de una a otra dejándoles un árbol.
Los hombres arrojaron sus piedras al camino.
Los niños arrojaron sus pedruscos al árbol.
Los pájaros huyeron.  El camino dio vueltas,
y vestido de verde fue a esconderse en el campo.


                                                    José Sebastián Tallón





 "El árbol del campo," poema, 1999

Porque el hombre es el árbol del campo,
Como el árbol, crece el hombre;
Como al hombre, también se desarraiga al árbol.
Y no sé
Dónde estuve ni dónde estaré,
Como el árbol del campo.

Porque el hombre es el árbol del campo;
Como el árbol, busca el hombre proyectarse hacia arriba.
Como el hombre, arde el árbol en el fuego.
Y no sé
Dónde estuve ni dónde estaré,
Como el árbol del campo.

Porque el hombre es el árbol del campo;
Como el árbol, tiene él sed de agua;
Como el hombre, permanece él sediento.
Y no sé
Dónde estuve ni dónde estaré,
Como el árbol del campo.

Amé y también odié.
Probé esto y aquello.
Me enterraron entre cenizas,
Y me es amargo, amargo en la boca,
Como al árbol del campo.

Porque el hombre es el árbol del campo.
Porque el hombre es el árbol del campo.
El árbol del campo.

                         Natan Zach





    Hasta el rabo todo va a ser toro es lo que pensamos mientras recorremos el tramo final de la Cuerda de Dornilleros.




   Los numerosos raspones han sido una constante por esta vivificante cresta.




   Nuestra despedida al Valle del Río Cereceda.




   Este cerro que vemos es el final de la Sierra de Dornilleros. Tras el se abre un gran valle para el que vamos a asomarnos antes de girar a la derecha hacia el Bañuela.







   Esta es la loma que une a las dos cuerdas en cuestión y por donde va una buena y clara senda hasta cerca de la cima del Cerro Bañuela.




  Como ven está muy bien indicada. Nosotros antes tenemos que cumplir con un reto.




   Vamos bajo la exuberante ladera sur del cerro final de Dornilleros para asomarnos al valle del Río Valmayor.




   Mientras vamos esta es la perspectiva  que se nos presenta de la Sierra de Dornilleros.




    Entre las dos cuerdas hermanas discurre el Arroyo de Peña Escrita.




   A la derecha comienza la Sierra de Navalmanzano que va hasta juntarse a la de Quintana.




   Al ver este Valle del Río Valmayor nos quedamos sobrecogidos ante su ilimitada belleza.




  De Norte a Este la margen izquierda de este inmenso valle está delimitado por la parte más oriental de la alargada Sierra Madrona. 




   En la cara de Chaparro y Lobo se puede ver el sobrecogimiento del que le hablábamos. 




   He visitado muchas sierras, pero cuando me adentro de lleno en la inmensa Sierra Morena, me dan ganas de perderme para siempre entre sus suaves cerros, como uno más de aquellos pastores de los que hablaba Cervantes en el "Quijote". No sabría bien decir porqué, pero esta es sin duda mi tipo de sierra favorita y he visto y andado bastantes.




  Valle del Río Valmayor, regalo de los dioses para felicidad de pastores enamorados.




   Por entre la jara en su máximo esplendor y los robles melojos va la senda que nos lleva al gran objetivo que vemos al fondo: El Cerro Bañuela.




   El olor que desprenden la cantidad de hierbas aromáticas es algo único de este perfecto ecosistema.




   Vertiente Sur de la Sierra de Dornilleros. En la parte central de la foto vemos verdear a un saludable bosquecillo de Roble Melojo. Observamos que son muy frecuentes tanto aquí como cuando visitamos el cercano Parque de Despeñaperros.




   Lobo y Chaparro que nombres más acertados para andar por estos caminos.




    Que adornada está la sierra por la eclosión de la jara pringosa.




   La cima la tenemos ahora mismo en el centro y el geodésico a unas decenas de metros a la derecha.
La senda primero nos lleva hasta estos raspones de la derecha  y cuando estemos cercanos al geodésico tenemos que trochear a la izquierda para subir a lo más alto.




   Esta planta ratifica la gran variedad de arbustos en la zona.




   El Valle del Arroyo de Peña Escrita aunque más encajonado que el de Valmayor no deja de ser una auténtica joya.




    Al lado del camino por el que venimos podrán observar la presencia de una alambrada. Ya nos resultaba extraño que no aparecieran. Tendré que volver a leer el "Quijote", para sumergirme de nuevo en aquel mundo cervantino en el que estas sierras aún eran libres.




    Si hay una planta que simbolice la rudeza del paisaje en la península ibérica, esa es la jara. Transforma el duro sol en perfume, nuestro perfume. Protege la fauna, linces, jabalíes, zorros, ciervos... se refugian entre sus ramas. Su flor llama a las abejas que a la vez que la extienden nos regalan su dulce miel.
 La sustancia pegajosa que libera (de ahí le viene el nombre de pringosa) es el ládano que es un calmante y sedante para el sistema nervioso, que se usa para tratar gastritis y úlceras de duodeno. También del ládano se extrae una esencia muy apreciada en perfumería para fijar olores.
 La Jara tiene además otras muchas características (todas positivas), que la hacen absolutamente necesaria en este tipo de bosque autóctono mediterráneo. Su presencia siempre nos dará la tranquilidad de que mientras exista, al menos muchos de los factores esenciales en la autenticidad de la vida estarán protegidos.




     Lobo y Chaparro llaman la atención del fotógrafo, que anda ensimismado con la nevada primaveral de la flor de la jara.




   Esta es la nevada loma de flores por la venimos y que une las sierras de Dornilleros y Navalmanzano.




   Fuencaliente casi siempre presente.




   Desde este poyo anterior a la cima tenemos unas excelentes vistas, como esta de la parte oriental de la Sierra de Navalmanzano.




   O esta otra vista de su parte central y más alta con el Cerro Bañuela arriba en el centro con el cerro del geodésico a su derecha.




   Lobo nos pide esta hacia el Valle del Río Valmayor.




   Chaparro camina atento a los hitos cuando dejamos el escarpado poyo para ir ya decididos a la cumbre. Como fondo el Valle del Arroyo de Peña Escrita.




  En el trayecto que nos queda hasta la cima iremos con la alambrada cercana a nuestra izquierda.




   Tramo final que aunque parezca otra cosa es poco complicado de ascender.




   Además estando un poco atentos a los hitos la subida es corta y fácil.




   Cuando ya estamos a punto de llegar les mostramos a la derecha los raspones del cerro del Geodésico (1.322 m) diez metros más bajo que el Bañuela.




   Este refugio de pastores o cazadores nos sirve de referencia, ya que es más o menos en este punto cuando dejamos la senda para ir a la izquierda hacia la cumbre.




   Y la primera desde el Cerro Bañuela, techo de Sierra Morena, para Córvido Carcávico, que tanto se está sacrificando por sacar un buen reportaje de esta ruta que el mismo ha diseñado.
 Con gran pericia se ha colacado para que aparezcan las dos cuerdas que hoy andaremos, con el Valle del Río del Pueblo al fondo.




  Y Chaparro como no podía ser menos se ha elegido de fondo el Valle del Río Valmayor, como añorando las grandes encinas que se le aprecian.




   Y Lobo agradecido quiere homenajear la cresta de Dornilleros por la que tanto ha disfrutado.




  Cresta de la Sierra de Navalmanzano que junto a Sierra Madrona y Sierra Quintana rodean el gran Valle del Río Valmayor.




   Aquí se aprecia como La Sierra de Navalmanzano se une a su paralela de Quintana que discurre más al Sur.




   Nos da que a Córvido Carcávico ya le comienza a rondar sobre su cabeza la enigmática Sierra Quintana.




 Aquí vemos la Sierra Quintana donde creemos se está haciendo una campaña de reinserción del lobo.


LA LEYENDA DEL LOBO Y LA LUNA


En un tiempo sin tiempo, cerca de uno de los principios, la luna era siempre redonda y lejana, atada detrás del cielo y colgada de la nada entre vacíos. Miraba el mundo a sus pies coronada de plata y olvido. Y estaba bien mirando en la distancia. Pero una noche, distraída, se acercó demasiado a la Tierra y se le enredaron los dedos en las ramas de un árbol. Cayó de pie sobre la hierba y de repente le salió al paso una sombra oscura: pelo crespo, ojos negros y una sonrisa lobuna. Cabriolas de luz de luna enmarañada de lobo jugando entre arbustos y colinas. Aullidos y risas y rumor de estrellas entre las hojas. Pero todo lo que empieza acaba y el lobo volvió al bosque y la luna al cielo. Cuenta la leyenda que antes de separarse, la luna le robó al lobo su sombra para vestirse de noche el rostro y recordar el aroma de bosque. Y que desde entonces el lobo le aúlla a la luna llena que le devuelva su sombra... 

                  Relato Anónimo.





  Vistas al sur, hacia el idílico Parque natural de Cardeña y Montoro.
 Por ahí se desarrolló la historia de Marcos Rodríguez Pantoja que vivió durante más de doce años como un más entre lobos, hurones , buitres, ciervos, jabalíes, ginetas, serpientes, águilas, etc. Cuando lo capturaron como a una animal más intentó reintegrarse a la civilización, pero nunca lo ha conseguido. Vive en Ourense y sigue manteniendo que los animales son mejores que las personas. Hay una película que relata en buena parte su alucinante historia "Entrelobos".




   Vistas al Sur-Oeste, hacia Córdoba. En el centro vemos blanquear la pequeña localidad de Azuel.




  Vista hacia el Oeste con el Cerro del Geodésico al lado.




   Vistas al Nor-Oeste hacia el Valle del Río del Pueblo y sus sierras posteriores que ya les indicamos desde la cresta del Dornilleros.




Vista de una cresta de ensueño la de Dornilleros. Cómo tu nos has llevado así irás para siempre en nuestro recuerdo .




Vistas al Norte con la parte oriental de la Sierra de Dornilleros en primer término.




   Un eufórico lobo parece reivindicar sus dominios.




   Desde el geodésico con vistas a la alta cresta del Bañuela y su Sierra de Navalmanzano, que es la más alta de Sierra Morena.




   Con esto de que el fotógrafo no tiene hoy mucho personal humano donde elegir, bien os la vais a dar hoy de fotos los dos.




   Vistas desde el geodésico hacia Fuencaliente.




  Hoy anduvimos dos cuerdas pero ya estamos pensando en la siguiente. Esa que vemos a la derecha de Córvido Carcávico: Sierra Quintana es una gran opción, quizás en una noche de luna llena, para aullar junto a los lobos y pedir que le sea devuelta su sombra.




   Volvemos unos metros sobre nuestros pasos.




   En busca del cruce de caminos que hay junto al panel indicativo.




   Si bonitas y placenteras nos han resultado las sendas que hasta ahora hemos recorrido, para la que vamos a coger en descenso hacia el Collado del Escorialejo ya no nos quedan calificativos. ¡Vamos por ella!




  La Jara


 Ponte de blanco, Blanca, para
ver en el monte la flor de la jara.
Flor de la jara, que hoy floreces
blanca, estrellada de carmín,
a la mañana, ¡cuántas veces
te he recordado en mi jardín!
  Ponte de blanco, Blanca, para
ver en el monte la flor de la jara.

  ¡Eras la gracia y la armonía,
eras la paz y la canción,
lo que llenaba de alegría
la soledad del corazón!
Ponte de blanco, Blanca, para
ver en el monte la flor de la jara.
 Hoy que apareces, Blanca, para
llevarme al cielo que perdí,
¡oh blanca! ¡oh, luz, flor de la jara!
¡di que eres toda para mí!
Ponte de blanco, Blanca, para
ver en el monte la flor de la jara.


                                Juan Ramón Jiménez.





   Tras una buena época de lluvias este lugar debe ser algo parecido al paraiso.




   Mientras pasamos sin aspavientos, las afanadas abejas continúan creando ese dulce sabor que derrama vida.




  En principio vamos por la vertiente Norte de la loma de Navalmanzano con Fuencaliente como clara referencia.




  Una mirada de despedida a esa loma por la que hemos atravesado de una cuerda a la otra.

  Si se fijan verán como en la parte alta del valle a la izquierda de la foto, baja una senda hacia una laguna artificial, hecha como abrevadero para el ganado que vemos seca. Esa senda continua bajando por la vertiente Sur de Dornilleros hacia el lugar de inicio de nuestra ruta.




   La sólida cresta de la Sierra de Dornilleros sueña con llegar a ser algún día la más alta de Sierra Morena. Sólo le quedan cuatro metros.




   Muy parecidos estos raspones de la zona occidental de Navalmanzano con la de Dornilleros.




  Ahora la senda va inmersa en este cortafuegos que coincide en esta parte con la misma cresta.




Una mirada atrás hacia la alta cresta.




   Seguimos por el cortafuegos que ahora va un poco a la izquierda de la cresta.




   Como se ha asentado en esta zona la prolífica jara pringosa.




   Por esta zona algo más abrupta la senda nos pasa de nuevo a la vertiente norte de la loma por la que iremos hasta el Collado del Escorialejo.




   El Valle del Arroyo de Peña Escrita siempre lo llevamos a nuestra derecha. Abajo vemos la senda de la que le hablábamos antes tras pasar la laguna-abrevadero.




 Este valle tiene el privilegio de estar protegido por las dos cuerdas de mayor altura de Sierra Morena.




 LA ROCA

La indiferencia de la roca
me conmueve
y me aplaza

cómo irme desgranando
hora a hora
pestaña tras pestaña
pellejo tras pellejo
ante ese paradigma
de tesón
y pureza

no obstante apuesto a que
la indiferencia de la roca
quiere comunicarnos
una alarma infinita.

                       Mario Benedetti.




Vamos como deseando que esta senda no acabe jamás.




   Al otro lado del valle vemos la otra senda de bajada con la que conectaremos en la pista que vemos abajo en la izquierda.




   Entrando ahora en un bosquecillo de robles melojos.




  A la izquierda del robledal los farallones han creado un abrigo natural ideal para una lobera.




   Y nos viene a la mente que felices serían aquí, la loba, el lobo y su camada.




   Silencio vamos a entrar en un roquedal ocupado por unos alados amigos.




  Espectaculares los buitres, mientras unos nos reciben surcando el cielo, otros nos observan desde sus  numerosas buitreras.




   Mientras pasamos los enormes buitres nos saludan desde sus inaccesibles nidos.




   Último trecho hacia el Collado del Escorialejo.




   En el centro arriba vemos Peña Escrita para la que ya nos queda poco.




   Por la pista que acabamos de coger hacia la derecha en el Collado del Escorialejo. Como fondo de nuevo la omnipresente Sierra de Dornilleros.




    La pista en un zigzag nos baja hacia el Arroyo de Peña Escrita.




   El Valle en su tramo final, yendo hacia donde el Arroyo de Peña Escrita entrega sus aguas al Río Cereceda.




   En esta mirada hacia las buitreras se puede ver hasta el olor que desprende esta variadísima vegetación.




  Ya vemos el arroyo que pese a la gran sequía se le escucha cierto rumor.




   Que bien nos van a venir estas frescas aguas del Arroyo de Peña Escrita por encima del puente que acabamos de cruzar.




 EL ARROYO


No descansas jamás... y alegre y puro,
murmurador y manso,
corriendo vas sobre tu cauce duro...
¡Yo también como tú corro y murmuro,
yo también como tú jamás descanso!
¡Yo camino al vaivén de mis dolores,
tú con ala de céfiro caminas,
tú feliz más que yo, por entre flores,
yo helado más que tú, por entre espinas!
Tú pasas como sombra por el suelo,
siempre en eterno viaje;
vas a la mar con incesante anhelo,
vienes del cielo en volador celaje
y en un rayo de sol vuelves al cielo.
¡Yo voy... ¿dónde? No sé... voy arrastrando
mi fe perdida y mi esperanza trunca,
sombra de un alma entre la luz temblando
y sin poder iluminarse nunca!
Tú cumples con pasar... Yo, si te imito,
no cumplo con vivir... por eso lloro,
y en el infierno de mi afán me agito
cuando ilumina con visiones de oro
las sombras de mi lecho, el infinito.
¡En mi delirio ardiente
sueño a mis pies el pedestal: la gloria
me envuelve con su luz, y mi alma siente
el fuego del aplauso en la memoria
y la frialdad del túmulo en la frente!
¡Y luego, al despertar de mi locura,
al volver de mi ardiente desvarío,
desesperado en realidad oscura
y agonizante de dolor, me río!

Mas ¿qué importa? Sigamos, arroyuelo;
el aura guarda para ti su anhelo
si la borrasca en mi cerebro zumba...
¡Tú eres surco de cielo
y yo surco de tumba!
¡A veces me imagino que en tu arrullo
la voz de un ángel invisible canta;
a veces me imagino que en mi orgullo
la eternidad del genio se levanta!
Delirios, ilusión de mis querellas,
el último eco morirá en mi lira.
¡Yo paso como tú, fingiendo estrellas,
átomo pensador que a todo aspira!
Nacer, pensar, morir. ¡Oh suerte! ¡Oh suerte!
¡Para qué tanto afán, si en ese abismo
de tinieblas polares, en la muerte,
se ha de abismar el pensamiento mismo!
¡Nacer, pensar, morir! ¡Y en la existencia
divinizada la impotente duda,
y en el labio entreabierto de la ciencia
una palabra muda!

¡Oh gentil arroyuelo cristalino!
Quisiera, en tu camino,
ser una flor abandonada y sola;
rambla de arena en tu brillante cauce,
sombra de un cisne, atravesar en tu ola,
o en tu orilla temblar, sombra de un sauce;
yo quisiera ser tu brisa lisonjera,
ser no más una gota de tu lodo,
un eco de tu voz... porque quisiera,
menos alma que piensa, serlo todo!

                                 Salvador Díaz Mirón




   Los buitres de arriba y mis ojos al mirar lo que muestra esta imagen ¿Estaremos viendo a Dios?







   Valle del Arroyo de Peña Escrita un lugar para perderse.




   Y tras llegar al punto de partida que es la explanada que ven abajo, vamos a cumplir con una obligada visita.




   Subiendo hacia el abrigo de Peña Escrita.




   Nuestra segunda oficial, esta vez muy cultural.




PINTURAS RUPESTRES DE PEÑA ESCRITA.-

Es uno de los conjuntos de pinturas rupestres de tipo esquemático más grandes y mejor conservados.
Se encuentran en un abrigo de roca cuarcítica situado a 920 metros de altitud, en un murallón de paredes quebradas,  que consta de 104 motivos repartidos en 8 paneles, dispuestos de izquierda a derecha.
Las pinturas están hechas a partir de arcilla rica en óxido de hierro y componentes orgánicos de tipo proteico, utilizados como aglutinante.
 El tema más representado son las figuras humanas (antropomorfo), muy estilizadas, (miden entre 20 y 30 cm.) que, generalmente, aparecen formando parejas de hombre-mujer, unas veces representadas en cabeza y tocado de plumas y cuernos, y otras acéfalas; en escenas de danza ritual y de caza, persiguiendo toros y cabras, con los contornos definidos en tinta oscura y el interior de colores planos, principalmente ocres y rojos.

Junto a ellas se disponen motivos de animales (zoomorfos), representaciones solares (soliformes), estructuras (tectiformes) y otros que se asemejan a motivos vegetales (ramiformes).




  El arte esta en la propia naturaleza y nuestros antepasados así lo expresaban.




    Tramo final del Arroyo de Peña Escrita.



Longitud del trazado: 15'5 km.

Duración: 6 horas.

Grado de Dificultad: Media.

Agua: Llevar.



EXCURSIÓN FACULTATIVA A LA CASCADA Y CUEVA DE LA BATANERA.-

   Y para finalizar esta aprovechada jornada tenemos una sorpresa con la visita a un lugar que ya por finales del siglo XVI debió conocer Cervantes.

  Tras volver por el carril desde Peña Escrita, al pasar un campo de fútbol tomamos a la derecha por una pista que nos sube a este florido prado donde aparcamos el coche. A la derecha vemos el cortijo del Collado de los Lobos. El Poyo que vemos arriba antecede al Cerro Arrayanes y nosotros como no le conocemos nombre, lo bautizamos por su situación como El Puntal del Aullido del Lobo.




     El sendero esta muy bien acondicionado y facilita el acceso.




   Bajando, en la otra margen del Río Cereceda vemos el abrigo y cuevas de las pinturas rupestres de la Batanera.




   El Río Cereceda con el puente que da acceso a las pinturas rupestres de la Cueva de la Batanera.




   Lugar donde el agua del río se precipita formando...




   las cascadas de la Batanera, que debe este nombre a que aprovechando la corriente del agua movía un antiguo Batán para tratar los tejidos.




   Vista desde arriba del estrecho que el agua al despeñarse ha ido formando con el paso del agua desde tiempos remotos.







   La cascada es de una gran belleza.







   Y su altura bastante considerable.




      Continuando por la margen derecha del río por un sendero algo difícil, llegamos bajo la cascada hasta este remansado lugar que nos muestra Chaparro.




   Porque vamos un poco justos de tiempo pero hemos estado a punto de darnos un remojón en esta fresquita cerrada.




   Lobo no quiso perderse este bello recuerdo.




  Córvido Carcávico nos muestra esta otra perspectiva.




  Y en la margen izquierda muy cerca de la cascada se encuentran las pinturas rupestres de la Cueva de la Batanera.




   Como tenemos algo de prisa y tenemos la intención de volver en época de lluvias, emplazamos para esa futura ocasión una explicación más detallada de este importante hallazgo.




   Cervantes debió conocer este valle y cascada de la Batanera más o menos como ahora está pero con batán. En su divertido capítulo XX del "Quijote" hace referencia a este salto de agua y al sonido de los batanes golpeando en una noche oscura, en la que Don Quijote sentía la llamada de nuevas aventuras y Sancho un miedo que le hizo cagarse.







   Cervantes debió ser un enamorado de estos parajes ya que además del citado capítulo transportó a Don Quijote y Sancho durante varios días por estas sierras, contándonos bucólicas aventuras pastoriles que no estaría mal rememorarlas volviendo a leer esos magníficos capítulos.




   De vuelta al florido y apacible prado del Cortijo del Collado del Lobo.



Longitud del trazado: 0'8 km.

Duración: 45 minutos.

Grado de Dificultad: Media.




   Bajando hacia Fuencaliente vemos una charca formada para el aprovechamiento del Arroyo de la Dehesa. Un poco más abajo el campo de fútbol.




   Para completar una circular también en auto cogimos esta vez la nacional-420 hacia Puertollano y a poco nos paramos en este lugar donde su dueño nos atendió con gran amabilidad pese a que llegamos un poco pasados de hora. Se trata del Restaurante "De Marcos". ¡Aúpa Atlhetic Club!

 Saludos y hasta la próxima.


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