sábado, 7 de mayo de 2016

SIERRA DE GRAJALES Y QUIEBRAJANO.



CIRCULAR: CAÑADA DE LAS HAZADILLAS, MIRADOR DE LAS ALCANDORAS, CERRO GRAJALES, BARRANCO DEL FRESNO, LLANOS DE PALOMARES, MATAMULILLOS, MATAMULOS.





Desde la cima del Cerro Grajales, Córvido Carcávico (de rojo), Roble Rebelde (en el centro) y Gran Muflón, representando al CD Senderista "LOS ESCUDEROS" de Rus, les ofrecen esta oxigenada ruta.

  Partimos desde el aparcamiento de la Casa Forestal de la Cañada de las Azadillas, por un carril que pronto nos lleva a la casa vieja ahora en ruinas. Siguiendo el zigzagueante carril siempre en ascenso, llegamos a un cruce. Tomamos a la izquierda y tras recorres unos 400 metros llanos, llegamos al mirador de Las Alcandoras, para contemplar como tras una noche de intensas lluvias, las brumas matinales se elevaban sobre un valle selvático y las nubes cubrían las cumbres. Volvimos al cruce para seguir ascendiendo por el carril que veníamos y que a poco se hizo senda y nos llevó a Puerto Alto entre nubes.

  Seguimos a trocha y sin apenas visibilidad primero un poco al Noreste, para encarar la cresta hacia la cima del Grajales. Este paso algo difícil lo es más caminando entre nubes. Fuimos un tramo por la cresta y decidimos almorzar al abrigo de unas rocas, para ver si despejaba. Mientras comíamos hubo un sólo momento que parecía que las nubes se elevaban y pudimos hacer algunas fotos sensacionales. Continuamos por la cresta hasta la cima en dirección Este y cuando avistábamos una sima o cortado alargado, las nubes comenzaban a despejar la Sierra de Grajales.

  En vez de pasar por el interior de la Sima, fuimos girando poco a poco a la derecha hacia el Barranco del Fresno, por entre un cerrado monte bajo con vegetación autóctona de coscojas y carrascas, por una sinuosa trocha que también utilizaban un enorme rebaño de enormes cabras blancas.

  La bajada por el Barranco del Fresno fue lo mejor de toda la ruta, un auténtico placer para andar con enormes encinas y quejigos por doquier y con unas vistas cambiantes por el paso de las nubes, en especial sobre el Puerto de Ventisqueros que veíamos al frente de manera intermitente. Pasamos dejando el Cortijo de Palomares a la derecha para acto seguido atravesar los sembrados y prados para pastos de sus extensos llanos.

 Siempre teníamos la referencia de un cortafuegos que ascendimos y que nos dejó en la cima del Matamulillos, y que separaba el monte mediterráneo que quedaba a nuestra izquierda del inmenso pinar, que luego atravesaríamos a la derecha.

  Tras la cima del Matamulillos y bajo un enorme y alargado farallón, nos encontramos con el Embalse de Quiebrajano, con sus azuladas aguas. Las vistas eran alucinantes y las formaciones rocosas espectaculares. Continuamos por la cresta en dirección a Jaén y tras pasar por una cueva  y llegar al Matamulos, decidimos bajar a trocha por un pinar en busca de una cerrada senda que nos llevaría a la pista que bajaba de la caseta del Puntal de la Chimba. Tomamos esa pista a la derecha y en poco tiempo llegamos a otra que conecta Otiñar con Carchel y que cogeríamos ahora a la izquierda. Caminando relajados por ella, admirando la vegetación y las cumbres llegamos al lugar de partida.

  Decir que esta ruta nos ha sorprendido por su variada y tupida vegetación, y si le añadimos sus espectaculares y abruptas vistas, junto a lo bonito que se queda todo tras llover, todo esto hace que nos vayamos encantados de este lugar que desconocíamos y por el que seguro que volveremos.

  Sin más dilación y antes que el oxígeno que hemos captado en el siguiente reportaje se evapore, les invitamos a que respiren largo y profundo  mientras lo aspiran. Saludos.






     SÁBADO  7  DE  MAYO  DE  2.016.




   Tras dejar el vehículo en el aparcamiento de la CF de la Cañada de las Azadillas, tomamos este carril en ascenso y en corto trayecto nos encontramos con la Casa Vieja de la citada cañada, actualmente en ruinas.




   El zigzagueante carril sube ganando altura, al igual que las brumas matinales.




   A unos 3'7 km desde el inicio nos encontramos un carril que sale a la izquierda y que en apenas 400 m nos lleva a este extraordinario mirador.




   El mirador llamado de Las Alcandoras recibe su nombre por este alargado farallón de la Sierra de los Propios que también es conocido por este nombre.



   Mientras Córvido Carcávico divisa la imponente pared pétrea, en el centro aparece despejado el Matamulillos y la loma que a la derecha acaba en el Matamulos y que serán dos de los objetivos por los que más tarde pasaríamos.






   La variada fertilidad de esta zona alrededor de la Cañada de las Hazadillas que vemos abajo, fue sin duda lo que más agradablemente nos sorprendió.
 En el centro de esta tupida loma que precede a la semitapada por las nubes de la Sierra de la Pandera, vemos el Puntal de la Chimba (1.154 m) que cuenta con una caseta de vigilancia y unas fenomenales vistas de la presa y encajonado valle del Río Quiebrajano. Esa zona da para otra ruta que ya tenemos en mente.




  Tan propios o más que la sierra que tienen a la espalda salen en esta foto los tres únicos expedicionarios de esta ruta.




  En esta foto aparece la zona del trayecto final de nuestro recorrido. Al fondo en el centro con su característico cortafuegos vemos el Matamulillos (1.287 m)




   Mientras Gran Muflón no le quita ojo al cortado de Las Alcandoras, vemos arriba entre nubes, a la derecha de Puerto Alto, el gran objetivo del día El  Cerro Grajales.




   Una vez hemos vuelto a retomar el carril de inicio lo seguimos ascendiendo hasta que desaparece para convertirse en la trocha que ven.




   Llegando a la zona de Puerto Alto (1.461 m), con el Grajales a su derecha tapado por las nubes.




   Mirando abajo a nuestra derecha vemos como las nubes y brumas que poco apoco van ascendiendo nos dejan ver parte de Los Llanos de Palomares, por dónde también pasaremos.






    Los primeros días de este Mayo de 2.016 han resultado fríos y muy lluviosos, y nosotros hemos querido aprovechar este sábado que supone una tregua al temporal que continuará una semana más, para empaparnos de esta chorreante y atípica primavera.




   Este árbol de la izquierda es una referencia que buscábamos para dar con el paso clave de acceso a la cresta. Por estas rocas subimos. La piedra pese a la humedad no estaba muy resbaladiza en contraste con la vegetación que estaba chorreando tras la lluvia de la noche. De rodillas para abajo vamos empapados pero la temperatura es cálida.




    Gran Muflón y Córvido Carcávico por el paso clave que está un poco al Norte del inicio de la cresta.







   Y a poco de caminar por la cresta en busca de la cima, decidimos aprovechar el abrigo de la cara Norte para almorzar y dar tiempo a que las nubes nos permitan ver los excelentes paisajes que desde aquí se divisan.




  Mientras almorzábamos hubo apenas cinco minutos que el cielo parecía despejarse definitivamente, pero sólo duró eso. Aquí vimos la cima y casi toda la cresta del Grajales despejada.




  De nuevo volvemos a ver abajo Los Llanos y Cortijo de Palomares.




 El paso de las nubes era todo un espectáculo. Aquí aparece en el centro al  fondo el Matamulillos.




    Aunque esporádicamente pudimos apreciar la cara Norte de esta abrupta cresta.




   Sólo por esta visión ya mereció la pena el ascenso. En el centro entre brumas vemos el Cerro Moroche (1.051 m) con Pegalajar por encima al abrigo de Sierra Mágina.




   El Valle del Guadalbullón, paso natural aprovechado para la construcción de la autovía que une Jaén y Granada. A la izquierda vemos La Guardia y Pegalajar a la derecha.




           NUBES   


I.

No habrá una sóla cosa que no sea
una nube. Lo son las catedrales
de vasta piedra y bíblicos cristales
que el tiempo allanará. Lo es la Odisea,
que cambia como el mar. Algo hay distinto
cada vez que la abrimos. El reflejo
de tu cara ya es otro en el espejo
y el día es un dudoso laberinto.
Somos los que se van. La numerosa
nube que se deshace en el poniente
es nuestra imagen. Incesantemente
la rosa se convierte en otra rosa.
Eres nube, eres mar, eres olvido.
Eres también aquello que has perdido.

II.

Por el aire andan plácidas montañas
o cordilleras trágicas de sombra
que oscurecen el día. Se las nombra
nubes. Las formas suelen ser extrañas.
Shakespeare observó una. Parecía
un dragón. Esa nube de una tarde
en su palabra resplandece y arde
y la seguimos viendo todavía.
¿Qué son las nubes? ¿Una arquitectura
del azar? Quizá Dios las necesita
para la ejecución de Su infinita
obra y son hilos de la trama oscura.
Quizá la nube sea no menos vana
que el hombre que la mira en la mañana.


                               Jorge Luis Borges





   Hacia dónde miramos últimamente. Es que nos vemos desde los pueblos como la nube acaricia la montaña y derrama todo su amor sobre ella.

                                                                           (Quinrri)




   Tras el multisensacional y breve concierto continuamos entre nubes cresta adelante, cercanos ya a la cima.




  Una mirada sobre lo andado.




    Gran Muflón en la cima del Cerro Grajales.




   Dejamos con cada vez menos visibilidad la cima atrás.








   Las nubes cuidan su amor por la montaña y no paran de regalarles multitud de frondosos ramos verdes.




   Sinuosa cresta, paraiso de grajos y córvidos, de ahí su nombre.




   Bellísima cresta.




   Autóctona cresta.




   Tanto amor ha hecho que a la cresta se le parta el corazón. Al fondo vemos una rendija que aunque la llaman sima es...




   una alargada dolina o grieta en forma de pasillo.




  Dejando la dolina o grieta al frente decidimos ir por una cerrada senda a la derecha en busca del Barranco del Fresno. Desde un poco antes de llegar a Puerto Alto no hemos visto un pino. Es extraordinario poder andar entre una vegetación que la sabia naturaleza ha creado desde tiempos inmemoriales.
 A la derecha del centro vemos El Cerro de los Tres Mancebos, seguido del Morrón del Fresno.




   Mientras vamos atravesando el monte de encinas, quejigos, carrasca, cocojas, romero, etc, Gran Muflón nos muestra el Barranco del Fresno descendiendo hacia los Llanos de Palomares. Bajar este barranco supuso un placer indescriptible.




    Nos creíamos solos pero toda la zona estaba poblada por enormes cabras blancas que rebosaban salud.





   No tenemos nada contra los pinos, pero debajo de ellos no hemos visto pastar nunca a los ungulados, sin embargo mirad en la siguiente foto lo que nos indica Gran Muflón.




   EL MACHO CABRÍO


El rebaño de cabras ha pasado
junto al agua del río.
En la tarde de rosa y de zafiro,
llena de paz romántica,
yo miro
el gran macho cabrío.

¡Salve, demonio mudo!
Eres el más
intenso animal.
Místico eterno
del infierno
carnal...

¡Cuántos encantos
tiene tu barba,
tu frente ancha,
rudo Don Juan!
¡Qué gran acento el de tu mirada
mefistofélica
y pasional!

Vas por los campos
con tu manada,
hecho un eunuco
¡siendo un sultán!
Tu sed de sexo
nunca se apaga;
¡bien aprendiste
del padre Pan!

La cabra
lenta te va siguiendo,
enamorada con humildad;
mas tus pasiones son insaciables;
Grecia vieja
te comprenderá.
¡Oh ser de hondas leyendas santas
de ascetas flacos y Satanás,
con piedras negras y cruces toscas,
con fieras mansas y cuevas hondas,
donde te vieron entre la sombra
soplar la llama
de lo sexual!

¡Machos cornudos
de bravas barbas!
¡Resumen negro a lo medieval!
Nacisteis junto con Filomnedes
entre la espuma casta del mar,
y vuestras bocas
la acariciaron
bajo el asombro del mundo astral.

Sois de los bosques llenos de rosas
donde la luz es huracán;
sois de los prados de Anacreonte,
llenos con sangre de lo inmortal.

¡Machos cabríos!
Sois metamorfosis
de viejos sátiros
perdidos ya.
Vais derramando lujuria virgen
como no tuvo otro animal.

¡Iluminados del Mediodía!
Pararse en firme
para escuchar
que desde el fondo de las campiñas
el gallo os dice:
¡Salud!, al pasar.


                     Federico García Lorca.




     A Punto de llegar a un despejado collado que marca el inicio del Barranco del Fresno.







   Centenario encinar el que vemos en la ladera Norte del Cerro de los Tres Mancebos.




    Este verde  y suave collado separa dos depresiones: Por la izquierda las aguas del Barranco del Puerto de la Hiruela van a parar al Río Guadalbullón, y a la derecha comienza el Barranco del Arroyo del Fresno que dará sus agua al Río Quiebrajano.




   El ganado caprino siempre estuvo perfectamente integrado al monte autóctono mediterráneo desde incluso antes que aparecieran los dioses del olimpo.




    Creemos que el que vemos a la izquierda es el Cerro de Los Valientes.




   Y tras andar entre afilada roca y guijarros sueltos, comenzamos a disfrutar del alargado y maravilloso Barranco del Arroyo del Fresno.




   Exuberante barranco, grandes encinas, grandes amigos, Córvido Carcávico y Gran Muflón.




  Parece uno, pero es la perfecta unión de unos asociados chaparros los que conforman un conjunto tan redondo, tupido y rechoncho.





   Seguimos sin ver un pino también en este ladera Sureste del Grajales. Metafísico monte.




   Roble Rebelde nos regala esta foto, dónde el cojín de monja en flor resalta si cabe la eclosión primaveral.




   Hoy vamos caminando al ritmo que marcan las nubes que tan encariñadas están sobre las cimas de La Pandera y de Ventisqueros, y que de vez en cuando nos dejan ver el paso o puerto de Las Coberteras que las separa.
 Más cercana vemos la tupida loma para la que vamos con el referente del cortafuego del Matamulillos.




   Nos llamó la atención este gigantesco quejigo y las sillas elevadas sobre el tronco y ramas, seguramente para la caza de espera.




    También vimos estos enormes clavos para trepar. Ciertos humanos desde la antigüedad tienen la terrible costumbre de ensartar con clavos a aquel que no comprenden. Por favor que alguien libere a este árbol de tal atropello.


LA SAETA

Dijo una voz popular:
¿Quién me presta una escalera
para subir al madero
para quitarle los clavos
a Jesús el Nazareno?

Oh, la saeta, el cantar
al Cristo de los gitanos
siempre con sangre en las manos,
siempre por desenclavar.

Cantar del pueblo andaluz
que todas las primaveras
anda pidiendo escaleras
para subir a la cruz.

Cantar de la tierra mía
que echa flores
al Jesús de la agonía
y es la fe de mis mayores.

¡Oh, no eres tú mi cantar
no puedo cantar, ni quiero
a este Jesús del madero
sino al que anduvo en la mar!


Antonio Machado






   Encina de corazón abierto.




   El alargado y suave barranco daba para mucho. Ahora nos topamos con este abrevadero.




   Con unas piletas esculpidas y situadas en cadena como vasos comunicantes.




   Andar por este florido manto no tiene precio. En el centro nos aparece ahora más nítido el Cerro Pitillos (1.271 m); a su derecha vemos alzarse el Cerro de la Calabaza cerca del que se encuentra uno de los quejigos más imponentes que existen, el llamado "Quejigo del Amo o del Carbón"




   Detalle de la Piedra del Palo (1.254 m) que situamos a la izquierda del Cerro Pitillos.




 LLegando a Los Llanos de Palomares vemos a nuestra izquierda El Cerro Palomares (1.418 m). Ya aparece algún que otro pino invasor.




  Zona vallada cercana al Cortijo de Palomares. Al fondo por fin vemos el Cerro Grajales (1.658 m) despejado.




   Una mirada hacia atrás con el Barranco del Fresno a la izquierda y el Morrón del Fresno a la derecha.




   El Cortijo de Palomares.




  Un nuevo abrevadero ahora al lado del cortijo.




   Abrevadero, cortijo y Grajales.




   Pocas veces hemos visto bien entrado Mayo unos sembrados de cereal con un verde tan intenso.




   Vamos a bordear este sembrado de Los Llanos de Palomares para encarar el ascenso al Matamulillos que vemos al fondo.




  El poeta y el caminante siempre confluyen allá donde la espiga está verde.

                                                                                                            (Quinrri)




 Extensos estos Llanos de Palomares.




  Como engalanan el paisaje las viejas encinas. Al fondo entre el Morrón del Fresno y el Grajales vemos el Barranco del Fresno por el que hemos bajado.




   Al fondo desde la izquierda el Morrón del Fresno, el Cerro Palomares y la Lomilla del Porteruelo.




   Córvido Carcávico en perfecto sincronismo.




   Mirad que lugar tan equilibrado y auténtico tenemos al lado de Jaén.




   Tras los sembrados los extensos pastizales.




ENCINA

Bajo tu casta sombra, encina vieja,
quiero sondar la fuente de mi vida
y sacar de los fangos de mi sombra
las esmeraldas líricas.

Echo mis redes sobre el agua turbia
y las saco vacías.
¡Más abajo del cieno tenebroso
están mis pedrerías!

¡Hunde en mi pecho tus ramajes santos!
¡oh solitaria encina,
y deja en mi sub-alma
tus secretos y tu pasión tranquila!

Esta tristeza juvenil se pasa,
¡ya lo sé! La alegría
otra vez dejará sus guirnaldas
sobre mi frente herida,
aunque nunca mis redes pescarán
la oculta pedrería
de tristeza inconsciente que reluce
al fondo de mi vida.

Pero mi gran dolor trascendental
es tu dolor, encina.
Es el mismo dolor de las estrellas
y de la flor marchita.

Mis lágrimas resbalan a la tierra
y, como tus resinas,
corren sobre las aguas del gran cauce
que va a la noche fría.
Y nosotros también resbalaremos,
yo con mis pedrerías,
y tú plenas las ramas de invisibles
bellotas metafísicas.
No me abandones nunca en mis pesares,
esquelética amiga.
Cántame con tu boca vieja y casta
una canción antigua,
con palabras de tierra entrelazadas
en la azul melodía.

Vuelvo otra vez a echar las redes sobre
la fuente de mi vida,
redes hechas con hilos de esperanza,
nudos de poesía,
y saco piedras falsas entre un cieno
de pasiones dormidas.

Con el sol del otoño toda el agua
de mi fontana vibra,
y noto que sacando sus raíces
huye de mí la encina.

             Federico García Lorca.






   Hasta las hierbas más comunes como estos gamones, tienen su gran momento de esplendor, aquí vemos sus flores como una extensa luminaria.




   Llegando al cacareado cortafuegos que supone la subida final al Matamulillos.




    Eclosión primaveral de esta planta llamada científicamente Asphodelus Albus. En lenguaje menos técnico es conocida como Asfodelo, Gamón o Varilla de San José.




   Hacia el Este creemos que en el centro a lo lejos aparece tapada La Serrezuela de Sierra Mágina, con el Pico de la Laguna a su derecha que antecede a Huelma.




   El cortafuegos parece separar dos ecosistemas, el que hemos atravesado que queda a la derecha, y el tupido pinar que vemos a nuestra izquierda y que seguidamente les mostraremos la extraordinaria salud con la que ha proliferado junto a otras especies introducidas.




   Por encima del fructífero bosque, vemos al completo desde la izquierda los alargados farallones de Las Alcandoras que conforman la Sierra de Los Propios, seguido de Puerto Alto y El Grajales que vuelve a colocarse la montera.




   Más que Parque esto es un gigantesco Pulmón Periurbano. Se puede ver el oxígeno emanar del bosque. A la izquierda ahora también vemos Jabalcuz con su frecuente montera.




   Llegando a la cima del Matamulillos vemos la abrupta cresta que va hacia el Matamulos.




  Y por fin Gran Muflón nos muestra la primera visión en la que aparece parte del Pantano del Quiebrajano y sus alrededores.




   Desde la cima del Matamulillos (1.287 m) Roble Rebelde y Gran Muflón están impresionados ante lo que ven. Al Fondo el Alto de la Pandera se nos muestra casi despejado, pero no dejará las nubes durante nuestra estancia.




   Córvido Carcávico nos muestra parte del pantano con el Cerro Pitillos detrás.




   Joya geológica por sus formas estos farallones entre  el Matamulillos y Matamulos.
Al fondo en el centro vemos despejado el Cerro Cagasebo (1.588 m) y Peña Blanca (1.452 m).




    Imponente oficial con el Alto de la Pandera (1.870 m) y la Peña del Altar (1.818) detrás.




Como nos atrae esa sierra que vemos extenderse al fondo tras los cerros Pitillos y La Peña del Palo. Romancera zona de bandoleros y altas barandas.




   En el centro el Puerto de Las Coberteras con el Cerro Ventisqueros a su izquierda.




     Vista de Jaén desde el Matamulillos.




Azuladas aguas rodeadas de encinares, pinares y olivares.




   Estupenda foto de este sorprendente Parque Periurbano Monte La Sierra con vistas hacia Jaén.




   Roble Rebelde divisando desde estos sensacionales cortados.







   Entre el Matamulillos y el Matamulos.




   Camino del Matamulos.




  En las siguientes fotos les mostramos la erosionada cresta que recorrimos hasta el Matamulos, junto con buena parte de sus vistas.





































   El Matamulos es abrupto por todas sus caras, a su derecha vemos el bosque que llega hacia la derecha hasta el Puntal de Cruz Chimba, con su caseta de vigilancia y sus extraordinarias vistas del cañon del Quiebrajano y su presa. Recalcamos que esta zona da para otra ruta que ya tenemos en mente.




    Córvido Carcávico en la cueva del Matamulos.




    Introduciéndonos en la cueva vemos que da.....




    hacia la Pandera y Ventisqueros cuyas cumbres vemos por fin despejadas.




   Vistas de despedida hacia el Este con el Matamulillos a la derecha.




   Al fondo la Sierra de Los Propios y de Grajales juntas.




    En el centro El Puntal de Cruz Chimba (1.154 m) con el valle del Quiebrajano a su izquierda.




    Tras descender por la cara Norte del Matamulos fuimos en busca de esta senda que nos conectaría primero con la pista que desde la Cruz Chimba va hacia otra más arterial, la de Otiñar-Cárchel.




   La senda parece atravesar por momentos un bosque laurisilvo.




    Aquí la vegetación autóctona lucha por sobrevivir con la invasora, que ninguna culpa tiene. Sentimos un gran dolor cuando vemos un gigante como este caido.




    Gran Muflón dejando atrás el enorme pino, y que sean otros los que hagan leña del árbol caido.




     Por la pista que baja de la Cruz Chimba entre una variada y frondosa arboleda.




  Bajando por la otra pista la de Cárchel a Otiñar, en busca de la Cañada de las Azadillas.




   El oxigenado Puntal Blanco con el Grajales arriba.




   Pasamos al lado de este raro árbol. Arriba Las Alcandoras parecen querer incendiarse un día más buscando los reflejos del hoy tímido sol.




    Por el Cortijo del Vivero.




   En la zona recreativa de la relajante Cañada de las Azadillas.







   Mientras Gran Muflón llega a la fuente para estirar las enormes porras de sus gemelos, Roble Rebelde retrata así....




  a esta coqueta ardilla.




    Fuente en la zona recreativa de la Cañada de las Azadillas.




   Cuando bajábamos con el vehículo vimos esta vista del castillo del Otiñar y sus alrededores. Sin duda un perfecto lugar para volver.

   Hasta la próxima, esperamos que les haya gustado el reportaje.




Longitud del trazado: 20,7 Km.

Duración: 7 horas.

Grado de Dificultad: Media.

Agua: Llevar.

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