CIRCULAR: PONTONES, CHARCO DEL HUMO, CUEVA DEL AGUA, POYOTELLO, PIEDRA DIONISIA.
Desde la cima de Piedra Dionisia l@s once de la expedición os presentamos esta otoñal y clásica ruta.
Comenzamos la ruta desde Pontones por la margen izquierda del río Segura por un congelado paisaje que se asemejaba a una gigante nevera. Llegamos hasta la desembocadura del Arroyo Masegoso para remontarlo con la intención de bordear el cerro de Cabeza de Masegoso hasta bajar por el valle del Arroyo de Patas y conectar con el Río Segura de nuevo y su pintoresco Charco del Humo.
Tras pasar a la margen derecha ascendimos ahora el río Segura bajo unos impresionantes farallones que rezumaban agua. El paisaje y vegetación ribereña daban a la zona un entrañable ambiente otoñal hasta que llegamos a la impresionante Cueva del Agua.
Tras las pertinentes fotos inspeccionando esta enorme cueva iniciamos la primera dura subida de la jornada hacia Poyotello. a poco de comenzar la ascensión almorzamos, con unas excelentes vistas del cañon del Rio Segura en esta zona. Tras llegar a Poyotello y refrescarnos en su fuente nos dispusimos a emprender la gran ascensión del día: la subida a Piedra Dionisia.
La subida en su fisonomía es en forna de L invertida, ya que existe una alambrada que pretendíamos evitar, para lo que subimos desde Poyotello en dirección Noreste hasta que dimos con un paso entre una grieta que evitaba la alambrada y que está situada por encima de los farallones de La Campana en su parte Oeste.
Desde aquí fuimos a la derecha por la cresta de los mencionados farallones hasta llegar a coronar el gran objetivo del día: la cima de Piedra Dionisia, que nos obsequió con unas maravillosas vistas.
La vuelta hasta la aldea de Poyotello la hicimos por el mismo camino más o menos, pero tras pasar la aldea por la única carretera giramos a eso de 1 km por una senda que transcurre en gran parte de su tramo al lado de la linea eléctrica que une Pontones con Poyotello.
En este tramo final has
ta llegar a Pontones pasamos por varios abrevaderos y cortijos dedicados a la crianza del cordero segureño que tan buena carne hace en estos inmaculados paisajes
Pasamos a continuación a ofrecerles lo que fue esta bellísima experiencia.
DOMINGO 15 DE NOVIEMBRE DE 2.015.
Cuando llegamos a Pontones nos encontramos con esta gran helada y una temperatura de -1º.
Preparándonos sobre el puente del Río Segura en Pontones. Eran las 8h y 41 minutos.
Calígine nos muestra aquí este congelado y pintoresco cañon.
El tramo del Río Segura por las sierras de Jaén es de una belleza sin igual de cabo a rabo.
Pasando por un puente sobre el Arroyo Azul en la zona conocida como el Molino de Loreto.
Por encima de este cortijo aparece el Cerro de Cabeza de Masegoso que más adelante bordearemos y a la derecha aparece también la loma cercana a Poyotello por la que ascenderemos a Piedra Dionisia.
El frío es hasta visible en esta alargada nevera que conforma en las horas sin sol este maravilloso valle encañonado del Río Segura.
Cercanos ya al primer desvío.
Tras vadear el Arroyo del Masegoso nosotros seguiremos rectos dejando a la derecha un tramo que es continuacíón del carril por el que veníamos desde Pontones siempre por la margen izquierda del Río Segura. Ese carril se corta a poco y aunque yo una vez accedí por ahí trocheando y cruzando el río hasta la Cueva del Agua, no lo aconsejo para nada ya que es una zona muy abrupta y cerrada por la vegetación ribereña.
Sin embargo con esta opción el camino es muy placentero de andar. Estamos bordeando el Cerro de Cabeza de Masegoso.que aparece a la izquierda de la foto mientras a la derecha vemos Los Palancares por encima de los que pasaremos a la tarde en el camino de vuelta.
Llegamos al helado Cortijo del Masegoso Bajo. A partir de aquí dejaremos el carril que comunica con el Cortijo Alto, tomando a la derecha por una preciosa senda por la que seguimos bordeando el Cerro Cabeza de Masegoso.
A partir del collado al que hemos ascendido suavemente por la senda nos dejaremos caer hacia un nuevo valle: el del Arroyo de Patas.
En el collado Luis nos retrató así de bien conservad@s y guap@s.
Nada más pasar el collado se nos muestran la aldea de Poyotello y Piedra Dionisia por encima.
Al descender ahora se nos muestra este atractivo valle del Arroyo de Patas en su parte alta. Vamos hacia su tramo final.
Detalle de la aldea de Poyotello que comienza a recibir los primeros rayos de sol de un nuevo y maravilloso día.
Halcón Peregrino nos muestra como cada vez se va estrechando más el valle conforme vamos bajando.
Orquídea y Conchi nos demuestran que el senderismo como el espíritu aventurero es innato en los seres humanos ya sean mujeres u hombres.
Conchi y Gypaetus una pareja que vuelve con aquella espontaneidad y contagiosa alegría con la que aparecieron junto al grupo en la inolvidable ruta del Tranco del Lobo.
Bajo los farallones al Norte del cerro Cabeza de Masegoso, aprovechamos esta primera oficial del día para presentar desde la izquierda a los once expedicionarios:
Luis, Halcón Peregrino, Orquídea, Chaparro, Conchi, Gypaetus, Coyote, Calígine, Nogal, Águila Real y Córvido Carcávico.
Cercanos de nuevo al Río Segura, Águila Real nos ofrece esta vista del cañón que baja hacia Huelga Utrera con el Calar del Pino en el centro al fondo.
Vadeando el Arroyo de Patas.
Por la senda que bajamos hemos ido bordeando el Cerro Cabeza de Masegoso que vemos a la izquierda, siendo el de la derecha el Cerro del Alto de Cabeza Gorda.
Y la senda nos lleva a este puente que cruza el Segura en la zona dónde el Arroyo de Patas le entrega sus aguas.
Unos metros antes de cruzar el citado puente descendimos a la izquierda por esta complicada bajada.
Para visitar este llamado Charco del Humo que nos muestra en primer término Córvido Carcávico.
Arriba vemos el cararedao cerro que casi hemos circundado: Cabeza del Masegoso (1.498 m).
Luis y Coyote también se quisieron llevar este bonito recuerdo.
Y Nogal que posa al lado de la gran cascada.
¡Calígine¡ Este es un lugar ideal para refrescar las ideas y aspirar esos olores que junto a las distintas y variadas tonalidades otoñales, inundan el ambiente de una especie de pátina que es más o menos lo que significa tu nombre.
Otra del cañon del Segura hacia Huelga Utrera dónde recibirá las aguas de su hermano el Río Madera.
La mano que ves no es la que capta esta foto, es la mano que busca el mejor recuerdo para esta pareja amiga.
¿De quién será la mano? Yo apuesto porque es de Halcón Peregrino.
Aquí les ofrecemos desde arriba los distintos saltos de este Charco del Humo que es llamado así porque el agua se difumina al chocar con la roca, creando un engañoso estado gaseoso.
Una nueva vista de la zona del puente sobre el Río Segura.
Halcón Peregrino, Nogal y Córvido Carcávico nos despiden así de esta magnífica cascada y lugar.
Algunos ya andan por la margen derecha para remontar el cañon hacia la Cueva del Agua.
A cual más cabezón Córvido y Coyote posan entre los cerros de Cabeza del Masegoso y de Cabeza Gorda.
Orquídea nos muestra el sabor del otoño en esta zona en la que vamos entre los farallones de La Noguera a la izquierda y el río inaccesible a la derecha.
Otoño Inglés
No para ver la luz que baja de los cielos,
incierta en estos campos,
sino por ver la luz que, del oscuro centro de la tierra,
a las hojas asciende y las abrasa.
Yo no he salido a ver la luz del cielo
sino la luz que nace de los árboles.
Hoy lo que ven mis ojos
no es un color que a cada instante muda su belleza,
y ahora es antorcha de oro,
voraz incendio, humareda de cobre,
ola apacible de ceniza.
Hoy lo que ven mis ojos
es el profundo cambio de la vida en la muerte.
Este esplendor tranquilo
es el acabamiento digno de una perfecta creación
más si se advierte,
la consunción penosa de los hombres
tan sólo semejantes en su honda soledad,
mas con dolor y sin belleza.
El hombre bien quisiera que su muerte
no careciese de alguna certidumbre,
y así reflejaría en su sonrisa,
como esta tarde el campo,
una tranquila espera.
(Belleza del durmiente
que agita imperceptible el mudo pecho
para alzarse después con mayor vida;
como en la primavera los árboles del campo.)
¿Cómo en la primavera...?
No es lo que veo, entonces, trastorno de la muerte
sino el soñar del árbol, que desnuda,
su frente de hojarasca,
y entra así cristalino en la honda noche
que ha de darle más vida.
Es ley fatal del mundo
que toda vida acabe en podredumbre,
y el árbol morirá, sin ningún esplendor,
ya el rayo, el hacha o la vejez
lo abatan para siempre.
En la fingida muerte que contemplo
todo es belleza:
el estertor cansado de las aves,
la algarabía de unos perros viejos, el agua
de este río que no corre,
mi corazón, más pobre ahora que nunca
pues más ama la vida.
Las rotas alas de la noche caen
sobre este vasto campo de ceniza:
huele a carroña humana.
La luz se ha vuelto negra, la tierra
sólo es polvo, llega un viento
muy frío.
Si fuese muerte verdadera la de este bosque de oro
sólo habría dolor
si un hombre contemplara la caída.
Y he llorado la pérdida del mundo
al sentir en mis hombros, y en las ramas
del bosque duradero,
el peso de una sola oscuridad.
incierta en estos campos,
sino por ver la luz que, del oscuro centro de la tierra,
a las hojas asciende y las abrasa.
Yo no he salido a ver la luz del cielo
sino la luz que nace de los árboles.
Hoy lo que ven mis ojos
no es un color que a cada instante muda su belleza,
y ahora es antorcha de oro,
voraz incendio, humareda de cobre,
ola apacible de ceniza.
Hoy lo que ven mis ojos
es el profundo cambio de la vida en la muerte.
Este esplendor tranquilo
es el acabamiento digno de una perfecta creación
más si se advierte,
la consunción penosa de los hombres
tan sólo semejantes en su honda soledad,
mas con dolor y sin belleza.
El hombre bien quisiera que su muerte
no careciese de alguna certidumbre,
y así reflejaría en su sonrisa,
como esta tarde el campo,
una tranquila espera.
(Belleza del durmiente
que agita imperceptible el mudo pecho
para alzarse después con mayor vida;
como en la primavera los árboles del campo.)
¿Cómo en la primavera...?
No es lo que veo, entonces, trastorno de la muerte
sino el soñar del árbol, que desnuda,
su frente de hojarasca,
y entra así cristalino en la honda noche
que ha de darle más vida.
Es ley fatal del mundo
que toda vida acabe en podredumbre,
y el árbol morirá, sin ningún esplendor,
ya el rayo, el hacha o la vejez
lo abatan para siempre.
En la fingida muerte que contemplo
todo es belleza:
el estertor cansado de las aves,
la algarabía de unos perros viejos, el agua
de este río que no corre,
mi corazón, más pobre ahora que nunca
pues más ama la vida.
Las rotas alas de la noche caen
sobre este vasto campo de ceniza:
huele a carroña humana.
La luz se ha vuelto negra, la tierra
sólo es polvo, llega un viento
muy frío.
Si fuese muerte verdadera la de este bosque de oro
sólo habría dolor
si un hombre contemplara la caída.
Y he llorado la pérdida del mundo
al sentir en mis hombros, y en las ramas
del bosque duradero,
el peso de una sola oscuridad.
Francisco Brines
Nogal y Halcón Peregrino están encantados con la zona.
Luis en su afán de documentarlo todo con su cámara se queda algo rezagado.
Del cielo bajan los farallones
en busca de una tranquila tumba de la que la vida volverá a emerger pese a quienes se empeñan en buscarle un descanso eterno.
Tras subir por estas escaleras de piedra....
nos encontramos con la entrada de la cueva que como vemos está situada unos cuantos metros por encima del cauce del Río Segura.
Aquí Córvido Carcávico nos muestra esta enorme cueva.
Pese a estar en temporada de sequía el cauce que vemos emerger de las entrañas de la roca caliza es bastante significativo.
Cuentan los pastores que en esta Cueva del Agua se han llegado a meter cerca de mil ovejas.
Bonita oficial de dentro a fuera, como a este grupo le gusta ofrecer, desde el corazón hacia el exterior.
Bueno y estos tres dónde están metidos.
En esta foto se puede apreciar la gran magnitud de la entrada de la cueva.
La zona debe estar llena de pasadizos como este en el que Chaparro y Nogal se han introducido a inspeccionar.
Y nos despedirnos de esta nueva joya que es la Cueva del Agua con esta nueva oficial.
Nos vamos por esta serpenteante senda en fuerte ascensión hacia la aldea de Poyotello.
Pero como eran las 11 h y 33 minutos y estamos impresionados con el cañón del Río Segura, decidimos montar aquí encima de la Cueva del Agua el restaurante de hoy, que siguiendo con nuestra linea habitual es carísimo y además con el agradable sol de otoño reconfortándonos las espaldas.
Halcón Peregrino, Nogal y Coyote, con las fuerzas recuperadas se muestran ilusionados por acometer los retos que aún nos quedan.
Calígine parece resistirse a reanudar la marcha ante la excelencia de las vistas que el encajonado cañón le ofrece.
Nos vamos para Poyotello.
La aldea ya la tenemos como diría cualquier pastor de la zona "a tiro de piedra".
Una nueva vista del magnífico cañón del Segura.
Orquídea posa a las puertas de esta privilegiada aldea que es Poyotello.
De nuevo Luis nos retrató, esta vez al lado de la fresca fuente de Poyotello bajo la enorme noguera que ven.
Chaparro y Calígine marcan un buen ritmo en la subida hacia Piedra Dionisia, provocando que el grupo se estire.
En la subida nos topamos con este saludable rebaño de ovejas segureñas que son una carne de excepción y clave en la economía de los habitantes de la zona.
Arriba en la izquierda vemos el emblemático Yelmo.
Conforme subimos se eleva nuestra ilusión junto a nuevos horizontes. Al fondo a la derecha vemos las altas cumbres de la Sierra de las Villas desde el Caballo Torraso al Blanquillo.
Entre dolinas, inmersos en un laberíntico paisaje kárstico, vamos navegando en busca de un paso clave con la intención de evitar una alambrada que protege ganado vacuno bravo.
Gypaetus nos muestra arriba la roca por la que nos introduciremos para evitar la citada alambrada.
Mientras nos reagrupamos una mirada a la subida. En el centro al fondo se observa la lejana Sierra Mágina.
Halcón Peregrino nos marca el camino de la ilusión y de las sorpresas.
Y el Río Segura tras salir de su alargada nevera nos ofrece este nuevo valle que baja hacia la Aldea de La Toba.
El nervioso Coyote que hace poco era remiso a posar aprende rápido. Aquí nos muestra estos farallones con el geodésico de Piedra Dionisia ya visible prácticamente en el centro de la foto.
En el centro al fondo vemos el Calar del Cobo que hoy hace una semana que lo visitamos y del que tantas imágenes tenemos aún recientes en nuestras retinas.
Nogal este año si que estás disfrutando.
Luis nos muestra un sinfín de calares de la Sierra de Segura profunda.
Gypaetus y Conchi nos muestran abajo a la derecha el valle del Río Madera.
Detalle del lugar en que el Río Madera entrega sus aguas al Río Segura junto a la Aldea de Huelga Utrera.
Hay algo mejor y más bonito que poder contar cada semana con una Orquídea.
Detalle del Puntal de la Misa (1.796 m) techo del Calar del Cobo.
Nos vamos como las águilas por encima de los farallones hacia Piedra Dionisia.
Chaparro nos muestra un poco a su derecha y algo más bajo el Poyo de los Corzos que tiene que dominar la junta del Segura y Madera con total privilegio.
Luis en estas vistas al Sur nos muestra en la lejanía La Sagra.
Chaparro, Orquídea y Córvido Carcávico nos muestran el valle del Río Segura de fondo con la zona de La Toba queriendo aparecer en el centro de la foto.
Conchi mientras disfruta del espectacular mirador de la cresta nos muestra El Yelmo al fondo precedido del Morro de Cabeza Gorda (1.547 m).
Conchi y Gypaetus nos muestran siguiendo el valle por primera vez el Embalse de Anchuricas.
Un Córvido sobrevuela por encima de los farallones.
Poco a poco y relajadamente vamos llegando a la cima de Piedra Dionisia.
En esta foto se aprecia perfectamente al lado de la aldea de Huelga Utrera la confluencia del Río Madera que baja entre El Yelmo y el Calar de Peña Rubia y de Los Caracoles con el Río Segura que viene recto en dirección Noreste desde su nacimiento.
Luis nos muestra este espectacular paso por encima de los farallones que anteceden a la cima de Piedra Dionisia.
Halcón Peregrino que nos tenía un poco abandonados es el primero que aparece en este perfecto mirador que es Piedra Dionisia.
Águila Real se suma a la fiesta visual.
Detalle de la cercana caseta de vigilancia de La Campana. Por encima vemos la loma que precede a Santiago de la Espada con el Cerro de Los Puestos (1.788 m) y sus inconfundibles antenas en la izquierda.
Nogal a ver cuando nos llevas con tu autobús a esas lejanas sierras que azulean en el horizonte.
Calígine os saluda.
Detalle del Embalse de Anchuricas.
Córvido Carcávico ha cambiado de fondo.
Geodésico de Piedra Dionisia (1.691 m)
Comenzando por esta foto les vamos a ofrecer la inmensa y nítida panorámica que alrededor de Piedra Dionisia y sus cercanas crestas tuvimos la suerte de disfrutar.
Perfilando el horizonte vemos desde la izquierda La Cuerda de Guillimona, la de Mirabeles, La Sagra, Sierra Seca, Sierra del Almorchón y el Calar de Las Palomas.
Mas cercano y en el centro vemos la máxima altura de esta zona y del Calar de Gila que es El Alto de los Palancares (1.706 m).
En el centro se aprecian Las Banderillas.
El grupo se pone en marcha para iniciar el regreso mientras al fondo vemos Sierra Mágina muy lejana y la Sierra de las Villas a su izquierda.
Concupiscencia
Viajando más allá de tu cintura
quiero explorar tus lindos farallones
acampar en tu oasis de pasiones
y enterito arrobarme en tu figura.
quiero explorar tus lindos farallones
acampar en tu oasis de pasiones
y enterito arrobarme en tu figura.
Navegar en tu mar embravecida
y bañarme en suspiros y gemidos,
fundirme en ellos hasta hallar latidos
origen de tu fuente estremecida.
y bañarme en suspiros y gemidos,
fundirme en ellos hasta hallar latidos
origen de tu fuente estremecida.
Disfrutar de tus labios verticales,
volviéndolos la gruta de alborozo;
el fruto que alimenta mi pecado
volviéndolos la gruta de alborozo;
el fruto que alimenta mi pecado
y mantiene mi espíritu agitado,
pensando vehemente en ese gozo
que encontraré en tus puntos cardinales.
Santoro
pensando vehemente en ese gozo
que encontraré en tus puntos cardinales.
Santoro
Vistas al Noroeste.
Frondoso el pinar en hileras que vemos bajo los farallones.
Nuestros fotógrafos siempre dando muestras de solidaridad entre ellos. Esta foto se la regala Córvido Carcávico a Luis.
Ahora a la vuelta, desde esta perspectiva vemos la rendija de la roca que en la ida fuimos buscando para evitar la alambrada que guardan los toros y vacas bravas.
Foto de despedida de Piedra Dionisia. Al fondo en la izquierda de la foto vemos una alta y extensa meseta que despierta nuestro deseo de conocerla en un futuro.
Canto, río, con tus aguas:
De piedra, los que no lloran.
De piedra, los que no lloran.
De piedra, los que no lloran.
De piedra, los que no lloran.
De piedra, los que no lloran.
Yo nunca seré de piedra.
Lloraré cuando haga falta.
Lloraré cuando haga falta.
Lloraré cuando haga falta.
Lloraré cuando haga falta.
Lloraré cuando haga falta.
Lloraré cuando haga falta.
Canto, río, con tus aguas:
De piedra, los que no gritan.
De piedra, los que no ríen.
De piedra, los que no cantan.
De piedra, los que no ríen.
De piedra, los que no cantan.
Yo nunca seré de piedra.
Gritaré cuando haga falta.
Reiré cuando haga falta.
Cantaré cuando haga falta.
Gritaré cuando haga falta.
Reiré cuando haga falta.
Cantaré cuando haga falta.
Canto, río, con tus aguas:
Espada, como tú, rio.
Como tú también, espada.
También, como tú, yo, espada.
Como tú también, espada.
También, como tú, yo, espada.
Espada, como tú, río,
blandiendo al son de tus aguas:
blandiendo al son de tus aguas:
De piedra, los que no lloran.
De piedra, los que no gritan.
De piedra, los que no ríen.
De piedra, los que no cantan.
De piedra, los que no gritan.
De piedra, los que no ríen.
De piedra, los que no cantan.
Rafael Alberti
Tras abandonar los farallones nos reagrupamos para bajar hacia Poyotello más o menos por el mismo lugar por el que subimos.
Orquídea disfrutando del precioso día y de la relajada bajada.
En esta foto les mostramos el camino de vuelta hacia Pontones. Tras pasar Poyotello iremos un tramo por la carretera, para coger luego a la derecha una senda que transcurre al lado de unos postes eléctricos, llevando a nuestra derecha el encañonado valle del Segura por el que bajamos esta mañana hasta el Charco del Humo.
"LA TRILLA"
Con la hoz en la cintura
y las mochilas colgando,
segaremos los suspiros,
-los suspiros de mi llanto-
cortaremos toas las mieses
con los rastrojos pinchando,
con el cuerpo por la tierra
y con las manos sangrando.
Agrietado está mi rostro,
agrietados están mis labios,
agrietadas están las fuentes,
con las grietas de mis campos.
En esa era redonda
como este mundo aplastado,
ya se prepara la trilla
con el trigo amontonado.
Son los cascos de las bestias
que rompen lo barcinao,
la escoba de bolinas, la horca,
el dielgo, el rastro,
la pala de madera,
los costales del grano,
la morriña del sol,
los sueldos pequeñajos,
el tío que te achucha,
las espaldas sudando,
y la cuartilla,
y el tasmo,
yu el calor,
y el sueño,
y su Santo,
y la sombra,
y el perro,
y la madre del perro,
y la hija del amo,
y la vuelta de la palva,
y el esquirol chivato,
y la tía suya,
y su tía,
y su parto, y la era, y la trilla,
y la trilla,
y este llanto
y este llanto.
La trilla es la cultura
de un pueblo marginado.
Un tricito de pueblo !Pero Pueblo!
Como el pueblo de arriba
y como el pueblo de abajo.
Es tan güeno este pueblo,
es tan güeno y tan sano
que le canto a la trilla,
en la era trillando.
Se me sierran los ojos
y voy soñando,
que valen más mis sueños
que lo que gano.
Ruuutttt Tomaaaa, muloooo, zoooooo.
José Montiel Brenes.
Saliendo de Poyotello por la carretera con el Puntal de Tomás Pérez en el centro de la foto.
Atrás vamos dejando la aldea Poyotello y su era, su fuente, sus prados, su ganado, sus cuevas, de la que sólo nos llevamos alimento para los sueños.
Tras andar unos cientos de metros tomamos a la derecha por esta senda que transcurre cercana al tendido eléctrico que transcurre entre Pontones y Poyotello.
Mirando a nuestra izquierda conforme vamos, arriba casi en el centro vemos el Majal de la Bandera (1.755 m) y El Almorchón a su derecha (1.914 m).
A nuestra derecha llevamos el valle del Segura cuyo cajón se adivina entre la cresta de Los Palancares que vemos a la izquierda y el cerro Cabeza del Masegoso que aparece en el centro.
Atravesando esta zona kárstica que antecede a la Hoya del Cerezo.
Como ven a la izquierda el tendido eléctrico nos acompaña entre una vegetación de arbustos espinosos y líquenes.
Una mirada valle del Segura hacia abajo. En la derecha destacamos puntiagudo el techo de La Cuerda del Mosco: Poyo Alto (1.751 m)
Pese a la sequía que venimos padeciendo en los últimos meses, la zona conserva un gran verdor.
Una mirada hacia atrás de la loma de Piedra Dionisia cada vez más lejana en la parte izquierda de la foto, con el Puntal de Tomás Pérez a la derecha.
Aquí podemos apreciar el porqué esta mañana bordeábamos el Cerro Cabeza del Masegoso. Su abrupta caida hacia el Segura y las crecidas de este hace muy difícil el tránsito por esa zona previa a la Cueva del Agua.
Al comenzar a introducirnos en la Hoya del Cerezo dejamos atrás estos atractivos covachones.
El barranco de la Fuente y de la Hoya del Cerezo se une aquí al Río Segura.
En plena Hoya del Cerezo nos topamos con este abrevadero al lado de una enorme noguera.
Como este otro aún más alargado aprovechando el agua que baja el arroyo desde las altas cumbres del Alto de los Palancares que anda tapado a la izquierda y del Majal de la Bandera que si vemos arriba a la derecha.
Una mirada de despedida y añoranza para esta bucólica y placentera ruta que poco a poco se nos va acabando.
Seguimos con nuestra relajada senda ahora por Los Palancares.
Una nueva perspectiva del Cerro Cabeza del Masegoso al que prácticamente hemos dado la vuelta.
Este agradable sol otoñal de tarde invita a una merienda para reponer fuerzas.
Y en la zona de Los Palancares decidimos montar el restaurante que la procesionaria hizo aligerar el tiempo de la comida.
En esta foto mostramos en su parte derecha el valle del Arroyo del Masegoso que baja desde el secadero de jamones que vemos arriba. El cortijo de abajo por el que pasamos esta mañana aparece en el centro.
La procesionaria cada vez está encontrando las condiciones más idóneas para su proliferación. Esta molesta plaga de orugas deja los pinos de la manera que ven.
Seguimos poco a poco acercándonos a Pontones.
Dejando atrás la Tiná de Enmedio.
En el centro Cerro Quemao (1.564 m).
Aunque un poco cegados por el sol ya se divisa Pontones.
Tajos que ha ido forjando el Arroyo de los Covachos que baja desde El Almorchón poco antes de llegar al Río Segura.
Magníficos prados del Cuartón a las afueras de Pontones.
No nos gusta pero tuvimos que caminar una pequeña distancia por la carretera.
Y a la vuelta de la esquina el lugar dónde dejamos los autos.
Longitud del trazado: 19 Km.
Duración: 8 horas y 10 minutos.
Grado de Dificultad: Media.
Agua: Llevar o reponer en Poyotello.