CIRCULAR: CORTIJO ALTO DE TORRES, ENCINA DE LAS VACAS, CASERÍO Y FUENTE DE CAÑATIENDA, PUERTO MAHINA, EL MORRIÓN, LA TIÑOSA, CUEVA DEL MORRIÓN, VEREDA VIEJA DE CAÑATIENDA, ENCINA DEL TEJÓN.
Desde La Tiñosa con vistas hacia El Morrión y la Sierra de Alhucema, quiero presentar esta lorquiana ruta.
SINOPSIS DE LA RUTA.-
-Viniendo en coche de Priego de Córdoba a su pedanía de Las Lagunillas, inicié la ruta a poco más de un km de esta, tomando por la pista que pasa por el cortijo del Petronilo y que un poco mas adelante llega a la valla del Cortijo Alto de Torres, lugar en el que aparqué.
Comencé la ascensión pasando por la vaya hacia la Encina de Las Vacas, para coger una senda que bordea el Cortijo Alto de Torres por su parte Oeste. Continuo en suave subida en busca del Caserío de Cañatienda y su Fuente. A partir de aquí el desnivel se endurece, pasando por Puerto Mahina, lugar en donde se avista la zona de Priego de Córdoba.
De Puerto Mahina y tras pasar una nueva alambrada por su puerta, me dirijo hacia El Morríón que encaré por su cara Norte, esta es la parte más dura de toda la ruta por la gran pendiente de la senda.
Subí al Morrión que ofrecía unas vistas sensacionales, para ir después por una bonita senda que me lleva cercano a la cresta hacia La Tiñosa. La paso y continuo un poco más para asomarme bien a la Parte que da a Priego de Córdoba. Aquí inicio la vuelta, volviendo por el mismo lugar hasta El Morrión.
Ante de bajar visito la gran cueva del Morrión, para desde ahí coger una zigzagueante senda de piedras sueltas, que en un desnivel brutal me baja hacia una loma, a partir de donde la vereda se suaviza para bien de mis rodillas.
La senda me pasa por debajo del Caserío de Cañatienda para encarar la parte final del recorrido por la Vereda Vieja de Cañatienda, al lado del arroyo del mismo nombre entre grandes encinas muchas de ellas ya muertas. Poco antes de finalizar el recorrido me encontré con la gran Encina del Tejón.
He preparado un extenso reportaje de esta ruta que me ha sorprendido sobremanera. Esperando que les guste paso a mostrarlo. Saludos.
MIÉRCOLES 15 DE ENERO DE 2.020.
Lugar dónde dejé el coche. Siguiendo respetuosamente las indicaciones de los carteles pasé al otro lado de verja, para por la pista iniciar la ruta.
En el centro vemos el Cortijo Alto de Torres.
Dos caballos sin jinetes pastan tranquilamente la poca hierba que este seco invierno ofrece.
Por encima del Cortijo la silueta de la Sierra de la Horconera con El Morrión en el centro de la foto.
La primera alegría del día es esta enorme Encina de Las Vacas.
A la izquierda de la gran encina se eleva La Loma de las Chozas, que corresponde a la parte más meridional de la Sierra de Alhucema.
Otra preciosa y gran encina mientras vamos bordeando el cortijo. A esta le vamos a dedicar el siguiente poema.
LA ENCINA
Bajo tu casta sombra, encina vieja,
quiero sondar la fuente de mi vida
y sacar de los fangos de mi sombra
las esmeraldas líricas.
Echo mis redes sobre el agua turbia
y las saco vacías.
¡Más abajo del cieno tenebroso
están mis pedrerías!
¡Hunde en mi pecho tus ramajes santos!
¡oh solitaria encina,
y deja en mi sub-alma
tus secretos y tu pasión tranquila!
Esta tristeza juvenil se pasa,
¿ya lo sé! La alegría
otra vez dejará sus guirnaldas
sobre mi frente herida,
aunque nunca mis redes pescarán
la oculta pedrería
de tristeza inconsciente que reluce
al fondo de mi vida.
Pero mi gran dolor trascendental
es tu dolor, encina.
Es el mismo dolor de las estrellas
y de la flor marchita.
Mis lágrimas resbalan a la tierra
y, como tus resinas,
corren sobre las guas del gran cauce
que va a la noche fría.
Y nosotros también resbalaremos,
yo con mis pedrerías,
y tú plenas las ramas de invisibles
bellotas metafísicas.
No me abandones nunca en mis pesares,
esquelética amiga.
Cántame con tu boca vieja y casta
una canción antigua,
con palabras de tierra entrelazadas
en la azul melodía.
Vuelvo otra vez a echar las redes sobre
la fuente de mi vida,
redes echas con hilos de esperanza,
nudos de poesía,
y saco las piedras falsas entre un cieno
de pasiones dormidas.
Con el sol del otoño toda el agua
de mi fontana vibra,
y noto que sacando sus raíces
huye de mí la encina.
Federico García Lorca.
Pasando por la sagrada y casta sombra de la encina, vemos de nuevo la silueta de la Sierra de la Horconera.
Una mirada de despedida a la Encina de las Vacas que parece gozar de buena salud.
Atrás voy dejando el cortijo, mientras en los valles de las lejanas sierras, comienzan a levantarse las brumas matinales.
No todo es alegría, parece que tendré que alternarla con la tristeza de la muerte.
Frondosa ladera de la Loma de las Chozas pese a la escasez de lluvias.
Abajo, las ruinas del Caserío de Cañatienda, con el Morrión arriba siempre dominando el gran valle.
Cruzando el Arroyo de Cañatienda.
Dejando atrás el Cortijo de Cañatienda.
Arriba en el centro vemos un cerro redondeado. Más arriba la senda lo bordea de derecha a izquierda para llegar hasta Puerto Mahina.
En la base del Morrión podemos observar la oquedad de su cueva.
Llego a la Fuente Abrevadero de Cañatienda.
Mientras dejo atrás el abrevadero, la senda me sube suavemente.
Pasados esos dos árboles la vereda gira a la izquierda y comienza a empinarse.
Arriba la Sierra de Alhucema recibiendo el sol de la mañana, mientras la luna parece no querer retirarse.
En la sombra aún la loma mas meridional de la Sierra de la Horconera.
Por aquí el sendero me aleja un poco de los picos a los que voy.
Parte final hacia Puerto Mahina.
Una mirada a lo ya andado.
Puerto Mahina (1.165m).
Al coronar el puerto, pasar la alambrada y cerrar su puerta, se nos abren estas vistas al Norte.
Ahora la senda ha girado 90º para ir hacia los altos picos de la Sierra de la Horconera que vemos arriba, con La Tiñosa en el centro.
La luna sigue sobre la Sierra de la Alhucema.
Romance de la luna
La luna vino a la fragua
con su polisón de nardos.
El niño la mira mira.
El niño la está mirando.
En el aire conmovido
mueve la luna sus brazos
y enseña, lúbrica y pura,
sus senos de duro estaño.
Huye luna, luna, luna.
Si vinieran los gitanos,
harían con tu corazón
collares y anillos blancos.
Niño déjame que baile.
Cuando vengan los gitanos,
te encontrarán sobre el yunque
con los ojillos cerrados.
Huye luna, luna, luna,
que ya siento sus caballos.
Niño déjame, no pises,
mi blancor almidonado.
El jinete se acercaba
tocando el tambor del llano.
Dentro de la fragua el niño,
tiene los ojos cerrados.
Por el olivar venían,
bronce y sueño, los gitanos.
Las cabezas levantadas
y los ojos entornados.
¡Cómo canta la zumaya,
ay como canta en el árbol!
Por el cielo va la luna
con el niño de la mano.
Dentro de la fragua lloran
dando gritos, los gitanos.
El aire la vela, vela,
el aire la está velando.
Federico García Lorca
Romance de la luna
La luna vino a la fragua
con su polisón de nardos.
El niño la mira mira.
El niño la está mirando.
En el aire conmovido
mueve la luna sus brazos
y enseña, lúbrica y pura,
sus senos de duro estaño.
Huye luna, luna, luna.
Si vinieran los gitanos,
harían con tu corazón
collares y anillos blancos.
Niño déjame que baile.
Cuando vengan los gitanos,
te encontrarán sobre el yunque
con los ojillos cerrados.
Huye luna, luna, luna,
que ya siento sus caballos.
Niño déjame, no pises,
mi blancor almidonado.
El jinete se acercaba
tocando el tambor del llano.
Dentro de la fragua el niño,
tiene los ojos cerrados.
Por el olivar venían,
bronce y sueño, los gitanos.
Las cabezas levantadas
y los ojos entornados.
¡Cómo canta la zumaya,
ay como canta en el árbol!
Por el cielo va la luna
con el niño de la mano.
Dentro de la fragua lloran
dando gritos, los gitanos.
El aire la vela, vela,
el aire la está velando.
Federico García Lorca
Abajo al pie de la Sierra de Alhucema aparece el cuidado Cortijo de las Chozas.
Conforme me acerco al Morrión el camino se empina cada vez más.
Vistas al Sur del Embalse de Iznájar ya sin brumas.
Por aquí la vereda se transforma en una escalera.
Al subir poco a poco nos van apareciendo las cumbres del macizo paralelo al que vemos tapándolo, juntos conforman la Sierra de Alhucema.
Al fondo a la derecha comenzamos a ver las sierras al Este de Cabra.
Detalle del característico cerro El Picacho (1.217 m), con el Lapiaz de Los lanchares pegado a su izquierda, precedidos por las Canteras del Acebuchal. Esa zona es una joya geológica.
A la derecha empieza a asomar la tupida silueta de la Sierra de Rute.
Entramos en la parte más dura del recorrido.
Aquí se suaviza un poco, cercanos ya a los tajos de la cara Oeste del Morrión.
Detalle del Cerro Camorro de la Isla (649 m) en el centro, con la localidad de Cuevas de San Marcos detrás. A su izquierda también se aprecia la presa y parte del embalse de Iznájar.
Raspa por la que vengo subiendo, que corresponde a la ladera Oeste del Morrión. A la derecha perfilando el cielo nos aparece Pico Bermejo (1.474 m) techo de la vecina Sierra de Alhucema.
Posando sobre lo subido, el gran valle de la Sierra de la Horconera.
Al Norte ya nos aparece la bella y señorial Priego de Córdoba, perla del barroco andaluz.
A partir de aquí la senda va a la derecha de estos tajos de la cara Oeste de la cima del Morrión. Yo iré siguiendo una trocha por la parte izquierda.
Me despido de estas vistas hacia el Sur por un rato.
Bordeando el Morrión hacia su cara Norte. La Tíñosa ya bastante cercana a la izquierda.
Y por fin encontré algo de hielo. No se si será por el cambio climático, pero a mediados de Enero, habría sido normal haber encontrado todo el valle helado desde abajo. Es el invierno más cálido que recuerdo.
Cresta entre el Morrión y La Tiñosa.
Cara Norte del Morrión.
Arriba la cima del Morrión.
Caprichosa cresta que andaré por su parte meridional.
De Romance Sonámbulo
-Compadre, quiero cambiar
mi caballo por su casa,
mi montura por su espejo,
mi cuchillo por su manta.
Compadre, vengo sangrando,
desde los puertos de Cabra.
-Si yo pudiera, mocito,
este trato se cerraba.
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.
-Compadre, quiero morir
decentemente en mi cama.
De acero si puede ser,
con las sábanas de holanda.
¿No ves la herida que tengo
desde el pecho a la garganta?
-Trescientas rosas morenas
lleva tu pechera blanca.
Tu sangre rezuma y huele
alrededor de tu faja.
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.
-Dejadme subir al menos
hasta las altas barandas,
dejadme subir, dejadme,
hasta las verdes barandas.
Barandales de la luna
por donde retumba el agua.
Ya suben los dos compadres
hacia las altas barandas.
Dejando un rastro de sangre.
Dejando un rastro de lágrimas.
Temblaban en los tejados
farolillos de hojalata.
Mil panderos de cristal,
herían la madrugada.
Verde que te quiero verde,
verde viento, verdes ramas.
Los dos compadres subieron.
El largo viento, dejaba
en la boca un raro gusto
de hiel, de menta y de albahaca.
-¡Compadre! ¿Dónde está, dime?
¿Dónde está mi niña amarga?
¡Cuántas veces te esperó!
¡Cuántas veces te esperara,
cara fresca, negro pelo,
en esta verde baranda!
Federico García Lorca.
Ya suben los dos compadres
hacia las altas barandas.
Dejando un rastro de sangre.
Dejando un rastro de lágrimas.
Temblaban en los tejados
farolillos de hojalata.
Mil panderos de cristal,
herían la madrugada.
Verde que te quiero verde,
verde viento, verdes ramas.
Los dos compadres subieron.
El largo viento, dejaba
en la boca un raro gusto
de hiel, de menta y de albahaca.
-¡Compadre! ¿Dónde está, dime?
¿Dónde está mi niña amarga?
¡Cuántas veces te esperó!
¡Cuántas veces te esperara,
cara fresca, negro pelo,
en esta verde baranda!
Federico García Lorca.
Altas y lorquianas barandas.
Una vez he dejado la umbría me voy para la cima del Morrión (1.479 m), que aparece entre carrasca arriba a la izquierda.
Nuestro escultor favorito "Erosión" tiene en esta cresta un verdadero museo.
Al fondo algo difuminada la silueta de Sierra Nevada.
Las brumas siguen levantándose en estas vistas hacia el sureste.
Por esta parte es por la que subiré a la cima.
Posando con la cresta que va hacia La Tiñosa detrás.
Escarpada cresta.
Subiendo hacia la cima me encuentro la gran cueva del Morrión abajo.
El pantano de Iznájar aparece ya limpio de brumas.
Al Fondo la Vetusta Sierra de Tejeda, precedida de la Sierra de Loja. Aquí las brumas le dan al paisaje un atractivo ambiente de misterio.
Vistas al Suroeste hacia el Torcal de Antequera.
Vistas al Sureste.
Vistas hacia Sierra Nevada.
Otra del gran valle de la Sierra de la Horcanera.
En estas vistas hacia el Norte aparece Priego de Córdoba a la derecha. Mas lejanos en el centro primero Alcaudete y por detrás Martos con su inconfundible Peña.
Parte final de la cima del Morrión.
La Tiñosa desde el Morrión.
El otro gran valle de la Sierra de la Horconera. Abajo blanquea el Cortijo de la Peñuela.
Vista de la abrupta cresta que va desde el Pico Bermejo ( Arriba en la izquierda) hacia la derecha de la foto.
En el centro la Sierra de Rute, a la derecha el Pico Bermejo.
Parte Sur de la Sierra de la Horconera.
Autofoto desde la cima del Morrión.
En el centro el Cerro de la Cruz.
De cima a cima.
La cueva del Morrión vista desde la cima.
Bueno ya volveremos, me voy cresta adelante para La Tiñosa.
Me está resultando muy difícil abandonar el Morrión.
Entramos en el museo de Erosión.
Hacia las altas barandas.
Quizás fueran estos paisajes los últimos que recorriera el bandolero muerto sobre su caballo.
Canción del jinete
En la luna negra
de los bandoleros,
cantan las espuelas.
Caballito negro,
¿Dónde llevas tu jinete muerto?
...Las duras espuelas
del bandido inmóvil
que perdió las riendas.
Caballito frío.
¡Qué perfume de flor de cuchillo!
En la luna negra,
sangraba el costado
de Sierra Morena.
Caballito negro,
¿Dónde llevas tu jinete muerto?
La noche espolea
sus negros ijares
clavándose estrellas.
Caballito frío.
¡Qué perfume de flor de cuchillo!
En la luna negra,
¡un grito!, y el cuerno
largo de la hoguera.
Caballito negro,
¿Dónde llevas tu jinete muerto?
Federico García Lorca.
Sensacional vereda, muy bien señalada, aunque es fácil la navegación por esta cresta.
El Morrión me tiene hechizado.
Y contemplando la belleza de la cresta y sus vistas llegamos al geodésico de La Tiñosa.
Vistas al Este ya sin brumas. Al fondo en el centro el altiplano granadino y en primer término, tras el primer valle vemos la Sierra de Albayate.
Que agradable sorpresa esta Sierra de la Horconera. Desde sus cumbres se divisa más de media Andalucía.
La Tiñosa (1.570 m), techo de la provincia de Córdoba y de su Sierra de la Horconera.
Barranco en la cara Norte de La Tiñosa.
Vistas hacia la Sierra de Cabra.
La cresta continua en dirección Noreste.
Vistas hacia las altas sierras de Jaén.
Hacia el Altiplano granadino y Sierra Nevada.
Hacia la Sierra de Loja y el Parque Natural de las Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama.
De sonetos del amor oscuro.
¡Ay voz secreta del amor oscuro!
¡ay balido sin lanas! ¡ay herida!
¡ay aguja de hiel, camelia hundida!
¡ay corriente sin mar, ciudad sin muro!
¡Ay noche inmensa de perfil seguro,
montaña celestial de angustia erguida!
¡Ay perro en corazón, voz perseguida,
silencio sin confín, lirio maduro!
Huye de mí, caliente voz de hielo,
no me quieras perder en la maleza
donde sin fruto gimen carne y cielo.
¡Dejo el duro marfil de mi cabeza,
apiádate de mí, rompe mi duelo!
¡que soy amor, que soy naturaleza!
Federico García Lorca.
Una con auto-disparador hacia mis queridas montañas de Jaén.
De vez en cuando me auto-retrato para dar testimonio de este maravilloso Miércoles.
Mientras voy en dirección Noreste, del geodésico al final de la cresta, me aparece este nuevo barranco.
Detalle del barranco que baja en dirección al Cortijo de Las Chozas.
Ya está el brujo Morrión de nuevo a la vista en la parte izquierda.
Nueva perspectivas se van abriendo conforme camino cresta adelante.
Me atrae asomarme a esta última y verde baranda.
Ya se me ha perdido de nuevo el juguetón Morrión.
Soñadoras barandas.
Ahora cuando aparece de nuevo El Morrión, desaparece La Tiñosa. Parece estar jugando al gato y al ratón.
De Romancero Gitano.
Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
y el caballo en la montaña.
Con la sombra en la cintura
ella sueña en su baranda,
verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Verde que te quiero verde.
Bajo la luna gitana,
las cosas le están mirando
y ella no puede mirarlas.
Verde que te quiero verde.
Grandes estrellas de escarcha,
vienen con el pez de sombra
que abre el camino del alba.
La higuera frota su viento
con la hija de sus ramas,
y el monte, gato garduño,
eriza sus pitas agrias.
¿Pero quién vendrá? ¿Y por dónde...?
Ella sigue en su baranda,
verde carne, pelo verde,
soñando en la mar amarga.
Federico García Lorca.
Y el cielo cada vez más limpio.
Un nuevo pollo para seguir disfrutando.
Priego de Córdoba. Hay mucha historia en sus piedras.
Detalle de las localidades jiennenses de Alcaudete y Martos sumidas en un mar de olivos.
Parte final de la cresta por la que voy.
Y hasta aquí llegué, atraído por las vistas cada vez más nítidas.
Blancas, puras y muy altas las barandas de Sierra Nevada.
Ya estoy pensando en ir a conocer esos puertos de Cabra.
De vuelta.
El Embalse de Iznájar ya casi limpio.
De "Cuerpo Presente"
La piedra es una frente donde los sueños gimen
sin tener agua curva ni cipreses helados.
La piedra es una espalda para llevar al tiempo
con árboles de lágrimas y cintas y planetas.
Yo he visto lluvias grises correr hacia las olas,
levantando sus tiernos brazos acribillados,
para no ser cazadas por la piedra tendida
que desata sus miembros sin empapar la sangre.
Porque la piedra coge simientes y nublados,
esqueletos de alondras y lobos de penumbra;
pero no da sonidos, ni cristales, ni fuego,
sino plazas y plazas y otras plazas sin muros.
Federico García Lorca.
De vuelta a mi querido Morrión, me voy hacia su cueva.
Se me ha metido tan dentro este cerro que ahora voy hacia sus entrañas.
Aquí "Erosión" consigue una de sus grandes y más bellas creaciones.
Cueva del Morrión.
Es muy grande y está bastante limpia.
Desde las entrañas del Morrión.
Tema.- De la vida.
Título.- “Dura cárcava, dura vida” Julio, 2004
Me gustaría venir de las águilas,
rápidas
y certeras en su ataque por la vida,
cautelosas
y tranquilas, descansando arriba.
Quiero llenar mis aceros de aire
y
volar sigiloso, veloz,
sorteando
meteoritos hacia la luna.
Voy
a formar la más ágil de las naves,
para
viajar en picado a la aventura.
Me
gusta la aventura de venir disparado
rápido
y certero contra el ataque de la vida.
En la cúspide,
los
agudos ojos después del triunfo,
muestran
ausencia, soledad,
es
como si la cárcava,
hubiera
desaparecido bajo su mirada ciega.
Asidas las cóncavas bayonetas a la roca,
se
abstrae en los recuerdos,
“peñon
volador” de la niñez,
anuncio
de un piar de estruendo.
El cruel estío
trae
el polvoroso suelo veraneado,
de
botas extrañas y pies demasiado largos,
para
tan poca hierba.
La verdad es que no quiero,
no
quiero quedarme sólo,
noto
que la peña cada invierno es más fría,
y
mi pico por frío más pía.
(Quinrri)
El gran valle desde la cueva,
Me voy por el Barranco del Morrión para abajo, mientras en mi retina voy guardando nuevas perspectivas.
La senda zigzagueante de piedras sueltas pone en alerta mis maltrechas rodillas.
Con esto de que estamos en plena campaña de la aceituna, sólo unos cuantos solitarios hemos hecho hoy de este paseo un juego inocente, como mi amigo alado con el que he compartido camino.
Farallones de la ladera Oeste del Morrión.
Como la ascensión la bajada también está siendo dura. Por el Canuto del Barranco del Morrión he tenido que bajar sujetándome con lo que podía. Tras pasarlo la pendiente se suaviza.
Esta loma de la derecha por donde va la senda es más llevadera.
Que bien se divisa ahora la senda por la que esta mañana subí a Puerto Mahina.
Como ven la senda va directa hacia la Vereda Vieja de Cañatienda que vemos en el centro.
Pasando al lado del caserío de Cañatienda un nutrido grupo de ovejas pasta en sus prados.
Este paisaje en una buena época de lluvias debe ser un paraiso.
Nada más llegar al arroyo me paso por aquí a su margen derecha.
Antes de meterme en la interesante vereda le mando una nueva mirada a mi amigo Morrión.
Me encontré un gran numero de grandes árboles muertos.
Estupenda vereda cuando paso a la altura del Cortijo Alto de Torres, que dejo a la derecha arriba, con algunas vacas pastando asomándose al arroyo.
Saliendo de la estrechez de la vereda tras dejar atrás el cortijo.
Canción de la muerte pequeña.
Prado mortal de lunas
y sangre bajo tierra.
Prado de sangre vieja.
Luz de ayer y mañana.
Cielo mortal de hierba.
Luz y noche de arena.
Me encontré con la Muerte.
Prado mortal de tierra.
Una muerte pequeña.
El perro en el tejado.
Sola mi mano izquierda
atravesaba montes sin fin
de flores secas.
Catedral de ceniza.
Luz y noche de arena.
Una muerte pequeña.
Una muerte y yo un hombre.
Un hombre solo, y ella
una muerte pequeña.
Prado mortal de lunas.
La nieve gime y tiembla
por detrás de la puerta.
Un hombre, ¿y qué? Lo dicho.
Un hombre solo y ella.
Prado,amor, luz y arena.
Federico García Lorca
En la parte final de la ruta me encontré con grandes ejemplares de encinas.
Encina del Tejón.
Y con esta nos despedimos del gran valle.
Lugar dónde dejé el vehiculo.
Pedanía de Las Lagunillas.
Longitud del trazado: 10'3 km.
Duración: 6 h con relajadas paradas y comida.
Grado de Dificultad: Media
Agua: Llevar.