CIRCULAR.- LOS BONALES, ARROYO DE LAS GRAJAS, MAJAL ALTO, CORTIJO DE LA CABAÑA, LOS CENTENARES, LAS CANALEJAS, ESTRECHO DE CARRIQUÍ, LOS BONALES.
Desde la romántica aldea de Los Centenares, el CD Senderista "Los Escuderos" le presenta esta circular, durante la que fuimos notando la presencia de las almas que se resistieron a acompañar los cuerpos que fueron obligados a salir de estos ancestrales parajes.
SINOPSIS DE LA RUTA.-
-Iniciamos desde la CF de los Bonales, cerca de la piscifactoría del Aguamulas, por la pista que asciende con el río a su derecha. A los 3'5 km tomamos a la izquierda hacia el Cortijo del Tío Ratón por una buena senda con el Arroyo del Hombre a nuestra derecha. Tras reconocer el lugar, seguimos la vereda ahora bastante empinada hasta llegar en breve al desolado Cortijo de las Grajas, que es un precioso collado que domina los arroyos del Hombre que dejamos y el de las Grajas para el que vamos, dejándonos caer a la derecha por el camino, en unos pocos cientos de metros nos mete en una de esas cerradas encantadora, con cuevas, cascadas y abrigos. En la anterior ocasión pudimos pasar arroyo arriba pero por la erosión de este lugar en las crecidas, esta vez el acceso estaba peligroso, por lo que cogimos por una zigzagueante senda que por la margen izquierda del arroyo nos subió rápido a la zona del Engalvo bajo el Puntal de las Cabras.
Seguimos con el arroyo a nuestra izquierda y tras pasar por las tablas de Los Huertos Nuevos, vemos que a la izquierda del Arroyo de las Grajas baja una torrentera de la ladera Este del Majal Alto. Ascendemos al lado de ella en principio para dejarla después y continuar subiendo por trocha y senda girando de vez en cuando a la izquierda, en busca de la pista que va por debajo del Majal Alto. Una vez en ella anduvimos un corto tramo a la izquierda para ascender más tarde a la derecha por una breve senda que va a su cumbre que veíamos ya cercana.
Tras regocijarnos de las maravillosas vistas que este Majal Alto ofrece, volvimos sobre nuestros pasos para seguir la pista que va hacia Las Canalejas y Los Centenares. Al Poco de pasar por el Cortijo de los Alguaciles, cogimos a la derecha por una ancestral senda que nos cambia a un nuevo valle, el del Cortijo de la Cabaña. Siguiendo por ella, nos encauzada en la parte baja del valle en dirección Norte y lleva a Los Centenares. La entrada a esta bellísima aldea la hicimos por el Sur, ya que un Km antes de llegar dejamos el definido camino por el que veníamos para tomar por una sendilla entre frondosa vegetación que de vez en cuando te dejaba ver el impresionante parapeto de los Miradores de Juan león y las Umbrías de Parra. Así entre pinos fue la primera imagen que vimos de Los Centenares.
Nos pateamos toda la aldea que encontramos con una casa habitada por un familiar de un antiguo inquilino. Tras hacer infinidad de fotos de las románticas ruinas y de los amplios alrededores, dejamos la aldea por el Este, refrescándonos en su fuente lavadero por la que encaramos en subida hacia Las Canalejas.
Llegamos a la aldea de Las Canalejas por su Cementerio, tras atajar por unas trochas que debieron utilizar los antiguos serranos para comunicarse entre ambas poblaciones. Pasamos por su Fuente Lavadero con las ruinas diseminadas a la derecha del carril.
Nada más pasar Las Canalejas giramos a la derecha por una senda alucinante (de auténtica ingeniería serrana) al lado del arroyo del mismo nombre, hacia el Estrecho de Carriquí, donde pasamos a la otra margen, por la que continuamos un poco más, para abandonar el precioso camino tomando a la izquierda por una trocha que atajaba algo y que nos llevó hacia la buena pista que desde el Puente de Hierro viene hacia el Majal alto y Llanos de Arance. Yendo por la pista vimos a nuestra derecha un cortafuegos, nos dejamos caer bajándolo. Se trata de un buen atajo para retomar de nuevo la pista y evitar sus zigzagueantes revueltas bajo el Majal Alto. De ahí a Los Bonales el buen camino nos sirvió para descalentar y relajar los músculos que venían cargados de esta gran pero maratoniana ruta.
Teníamos muchas ganas de hacer esta gran circular en torno a la Sierra de Mirabuenos y patear algunos de sus ancentrales caminos. Hoy con lo que hemos conocido, nos vamos rememorando en nuestras mentes, la vida de los serranos que fueron desposeídos de una forma de vivir en perfecta simbiosis con la naturaleza, a la que por otra parte, será mala seña si algún día no se vuelve a retomar esa auténtica manera de vivir.
En espera de que les guste nuestro reportaje pasamos a ofrecérselo con minuciosidad y cariño.
SINOPSIS DE LA RUTA.-
-Iniciamos desde la CF de los Bonales, cerca de la piscifactoría del Aguamulas, por la pista que asciende con el río a su derecha. A los 3'5 km tomamos a la izquierda hacia el Cortijo del Tío Ratón por una buena senda con el Arroyo del Hombre a nuestra derecha. Tras reconocer el lugar, seguimos la vereda ahora bastante empinada hasta llegar en breve al desolado Cortijo de las Grajas, que es un precioso collado que domina los arroyos del Hombre que dejamos y el de las Grajas para el que vamos, dejándonos caer a la derecha por el camino, en unos pocos cientos de metros nos mete en una de esas cerradas encantadora, con cuevas, cascadas y abrigos. En la anterior ocasión pudimos pasar arroyo arriba pero por la erosión de este lugar en las crecidas, esta vez el acceso estaba peligroso, por lo que cogimos por una zigzagueante senda que por la margen izquierda del arroyo nos subió rápido a la zona del Engalvo bajo el Puntal de las Cabras.
Seguimos con el arroyo a nuestra izquierda y tras pasar por las tablas de Los Huertos Nuevos, vemos que a la izquierda del Arroyo de las Grajas baja una torrentera de la ladera Este del Majal Alto. Ascendemos al lado de ella en principio para dejarla después y continuar subiendo por trocha y senda girando de vez en cuando a la izquierda, en busca de la pista que va por debajo del Majal Alto. Una vez en ella anduvimos un corto tramo a la izquierda para ascender más tarde a la derecha por una breve senda que va a su cumbre que veíamos ya cercana.
Tras regocijarnos de las maravillosas vistas que este Majal Alto ofrece, volvimos sobre nuestros pasos para seguir la pista que va hacia Las Canalejas y Los Centenares. Al Poco de pasar por el Cortijo de los Alguaciles, cogimos a la derecha por una ancestral senda que nos cambia a un nuevo valle, el del Cortijo de la Cabaña. Siguiendo por ella, nos encauzada en la parte baja del valle en dirección Norte y lleva a Los Centenares. La entrada a esta bellísima aldea la hicimos por el Sur, ya que un Km antes de llegar dejamos el definido camino por el que veníamos para tomar por una sendilla entre frondosa vegetación que de vez en cuando te dejaba ver el impresionante parapeto de los Miradores de Juan león y las Umbrías de Parra. Así entre pinos fue la primera imagen que vimos de Los Centenares.
Nos pateamos toda la aldea que encontramos con una casa habitada por un familiar de un antiguo inquilino. Tras hacer infinidad de fotos de las románticas ruinas y de los amplios alrededores, dejamos la aldea por el Este, refrescándonos en su fuente lavadero por la que encaramos en subida hacia Las Canalejas.
Llegamos a la aldea de Las Canalejas por su Cementerio, tras atajar por unas trochas que debieron utilizar los antiguos serranos para comunicarse entre ambas poblaciones. Pasamos por su Fuente Lavadero con las ruinas diseminadas a la derecha del carril.
Nada más pasar Las Canalejas giramos a la derecha por una senda alucinante (de auténtica ingeniería serrana) al lado del arroyo del mismo nombre, hacia el Estrecho de Carriquí, donde pasamos a la otra margen, por la que continuamos un poco más, para abandonar el precioso camino tomando a la izquierda por una trocha que atajaba algo y que nos llevó hacia la buena pista que desde el Puente de Hierro viene hacia el Majal alto y Llanos de Arance. Yendo por la pista vimos a nuestra derecha un cortafuegos, nos dejamos caer bajándolo. Se trata de un buen atajo para retomar de nuevo la pista y evitar sus zigzagueantes revueltas bajo el Majal Alto. De ahí a Los Bonales el buen camino nos sirvió para descalentar y relajar los músculos que venían cargados de esta gran pero maratoniana ruta.
Teníamos muchas ganas de hacer esta gran circular en torno a la Sierra de Mirabuenos y patear algunos de sus ancentrales caminos. Hoy con lo que hemos conocido, nos vamos rememorando en nuestras mentes, la vida de los serranos que fueron desposeídos de una forma de vivir en perfecta simbiosis con la naturaleza, a la que por otra parte, será mala seña si algún día no se vuelve a retomar esa auténtica manera de vivir.
En espera de que les guste nuestro reportaje pasamos a ofrecérselo con minuciosidad y cariño.
MARTES 11 DE ABRIL DE 2.017.
Llegando al Cortijo del Tío Ratón nos encontramos con los restos de este horno.
Covachón y un nuevo horno en el entorno del cortijo.
Primera oficial del día en el Cortijo del Tío Ratón, también llamado del Arroyo del Hombre.
Desde la derecha: Cristóbal, Gran Muflón, Coyote y Córvido Carcávico.
Vistas del valle por el que hemos subido desde la CF de Los Bonales. Más cercano vemos El Mulón y a lo lejos la Sierra de las Villas con El Pardal, Peña Corva, Morrón del Cerezo y hasta el Blanquillo que aparece en la derecha junto a los Hermanillos.
Los veteranos Coyote y Crístóbal muestran tanta firmeza como esta columna que tanto lleva sosteniendo la inconfundible cueva.
En plena subida hacia el Cortijo de las Grajas, les mostramos la primera perspectiva de Las Banderillas y los cuernos del Castellón de los Toros.
Llegando en bajada al Arroyo de las Grajas captamos arriba la caseta del Majal Alto que aparece en la derecha de la foto.
Coyote y Gran Muflón en el estrecho del Arroyo de la Grajas. En la expresión de sus caras se puede ver que están bajos los efectos de un entorno mágico.
Coyote nos muestra este enorme covachón.
Córvido Carcávico en el interior de la cueva.
Desde la cueva hacia el arroyo.
Pese al poco caudal aquí apreciamos esta bonita cascada.
Este recodo es un bellísimo capricho de la naturaleza.
El 4 de Mayo de 2013 anduvimos por primera vez por aquí. El enlace de aquella experiencia es: http://losescuderossenderismo.blogspot.com.es/2013/05/arroyos-del-hombre-de-las-grajas-majal.html
Otra perspectiva del gran covachón.
Aunque hemos intentado subir arroyo arriba, para mayor seguridad hemos ascendido a la zona del Engalvo por una zigzagueante senda para librar el estrecho encantado. Estas son las vistas que del Arroyo de las Grajas veíamos subiendo.
Salvado el escollo vamos de nuevo al lado del arroyo de las Grajas. Aquí dejamos atrás la zona de los Huertos Nuevos, con las paredes del Engalvo a la izquierda.
Desde donde tomamos la foto acabamos de pasar el arroyo, ahora continuamos por una senda que va al lado de una torrentera que vemos a la izquierda. Siguiéndola y cogiendo alguna trocha por la que atajábamos, fuimos girando poco a poco a la izquierda en empinada cuesta hasta dar con la pista que pasa bajo la caseta del Majal Alto.
Al llegar a la pista las vistas que les mostraremos hasta la saciedad se nos aparecen sobrecogedoras.
A las espaldas de nuestro compañero Cristóbal va una mochila repleta de experiencias y desde aquí reconoce muchas de las alegrías que le han aportado.
La primera cuerda es la del Engalvo hacía el Puntal de las Cabras (en la izquierda). En medio de este inmenso y alucinante espacio el Castellón de los Toros, con Las Banderillas en lo más alto.
Coyote no quiso perder la oportunidad de retratarse ante tal majestuosidad.
Tras seguir la pista a la derecha sale un pequeño carril que sube a la caseta de las antenas, lo dejamos para ir a la derecha hacia la cercana y visible caseta del Majal Alto.
Ahora vamos a ir girando para que vean lo que nos encontramos alrededor.
Abajo el Embalse del Tranco.
Sierra de las Villas y sus cumbres altas. Blanquillo, Hermanillos, Cubo, etc.
El gran valle del Guadalquivir con Coto-Ríos abajo y Peña Corva y el Pardal arriba.
Esta imagen cuando subes por primera vez al Majal Alto se te queda para siempre en la retina.
Detalle del Engalvo que siempre ha estado indeciso entre los dos amores que lo han acariciado: El Arroyo del Hombre y el de Las Grajas.
Loma del Alto de la Campana y la siguiente la de los Calarejos de los Villares y de los Nevazos.
Por esa zona tenemos una ruta con alguna variante exclusiva que el club hizo el 9 de Octubre de 2016. El enlace es: http://losescuderossenderismo.blogspot.com.es/2016/10/arroyo-de-la-campana-el-calarejo.html
"El paisaje es memoria. Más
allá de sus límites, el paisaje sostiene las huellas del pasado, reconstruye
recuerdos, proyecta en la mirada las sombras de otro tiempo que sólo existe
como reflejo de sí mismo en la memoria del viajero o del que, simplemente, sigue
fiel a ese paisaje"
Julio Llamazares
Evocador paisaje, enorme pulmón, grande grande Gran Muflón.
Como ya nadie trilla en la era del Castellón de los Toros me viene a la memoría el siguiente poema:
Las tardes eran seco
sol,
polvo en la parva de la era,
y los trillos danzaban círculos lentos
a golpes de astas en el yugo;
materia de aire de infinitas partículas de paja
y el grano en la ceranda,
saltando en el tamiz el oro de la vida.
polvo en la parva de la era,
y los trillos danzaban círculos lentos
a golpes de astas en el yugo;
materia de aire de infinitas partículas de paja
y el grano en la ceranda,
saltando en el tamiz el oro de la vida.
Julio G. Alonso
¡Qué Sierra más fértil!
Cristóbal en uno de sus miradores favoritos.
Al fondo, siguiendo a la izquierda de Las Banderillas, vemos algunos calares como el de Las Palomas (1.964 m) que aparece en el centro.
Tras este primer valle de la bifurcación derecha del Arroyo de las Grajas vemos el escarpado Puntal de las Cabras (1.566 m) con La Morra de las Hormigas (1.603 m) por encima y a su izquierda el cerro de La Molata (1.628 m) bajo el que vemos la alameda del Cortijo de la Cabaña, por el que pasaremos al lado.
Perfilando el horizonte vemos los Miradores de Juan León con los calares del Pinar del Risco arriba.
Coyote en la raspa que conforma la cima del Majal Alto (1.530 m) nos muestra las nítidas vistas hacia el Nor-Este.
Vistas al Norte, con el Yelmo por encima de la caseta de la antena.
Menudo enclave tiene la cuidada caseta de vigilancia del Majal Alto.
Tras desayunar y admirar el lugar, que mejor que celebrarlo con esta estupenda oficial.
Cristóbal junto al viejo Pluviómetro.
Y para despedirnos del Majal Alto, Gran Muflón nos muestra una vez más los paisajes que permanecerán para siempre en nuestra mente.
Nos vamos para Los Centenares.
De nuevo en la pista que une Los Llanos de Arance con Los Centenares.
Al llegar al valle pasamos al lado de estos restos del Cortijo de los Alguaciles. En el centro vemos la afilada cumbre del Puntal de las Cabras con Las Banderillas a su derecha.
A poco de pasar por el Cortijo dejamos la pista para tomar por esta vieja senda que tras coronar este cerro nos baja al siguiente valle.
Desde este collado tras coronar el cerro vemos esta bonita perspectiva del Mulón que aparece en el centro, escoltado por el Calarejo de los Villares y el Majal Alto.
La bonita senda comienza a descender suave hacia este nuevo valle.
¡Mirad que valle tiene aquí el Arroyo de las Grajas por encima del Puntal de las Cabras!
Si pensamos en la "miserable vida" a la que algunos tendremos que volver mañana, dan ganas de quedarse por aquí y que la naturaleza provea.
Llegando a la zona del Cortijo de la Cabaña.
XIII (De Canciones)
Hay fiesta en el prado verde
-pífano y tambor-
Con su cayado florido
y abarcas de oro vino un pastor.
Del monte bajé,
sólo por hablar con ella;
al monte me tornaré.
En los árboles del huerto
hay un ruiseñor;
canta de noche y de día
canta a la luna y al sol
Ronco de cantar;
al huerto vendrá la niña
y una rosa cortará.
Entre la negras encinas
hay una fuente de piedra,
y un cantarillo de barro
que nunca se llena.
Por el encinar,
con la blanca luna
ella volverá.
Antonio Machado.
Creo que la mirada del senderista puede contribuir a que volvamos a recuperar lo verdaderamente valioso. ¿Hacia donde hemos ido para abandonar un lugar como este?
Dejando el bucólico Cortijo de la Cabaña.
Nueva perspectiva de esta loma con La Molata y la Morra de las Hormigas que antecede a la Hoya de la Albardía.
A poco de pasar el Cortijo de la Cabaña conectamos con el carril que viene de la Hoya del Ortigal y de la Albardía. Este es un pinar que llevamos a la derecha.
Y este otro a nuestra izquierda.
Un poco más adelante dejaremos este carril que también lleva a Los Centenares, para coger a la derecha una senda que ataja.
Por la senda que atraviesa un tupido pinar, vemos desde un claro arriba el gran parapeto de las Umbrías de Parra.
Aquí podemos captar como la Cuerda de la Umbría de Parra continua a la izquierda hasta unirse con la del Poyo Serval que se alza por encima de la cortijada o pequeña aldea de El Miravete.
Vamos disfrutando por la senda.
Detalle de la Umbría de Parra.
Pasamos al lado de este minado de agua.
Y así como una aparición se nos presentó por encima de las copas de los pinos la aldea de Los Centenares.
En una ocasión viniendo de la Hoya del Ortigal accedimos a la aldea por aquí, pero no es nada aconsejable ya que la senda que traíamos se pierde y nos costó encontrar un paso.
Por el tramo final de la senda.
Buscamos esta excelente perspectiva para hacerle el mejor homenaje a la bellísima aldea de Los Centenares. Por encima se alza a lo lejos El Tolaillo (1.609 m) y a su derecha el Poyo Serval
SINFONÍA DE LA TRILLA
Sacude las épicas eras
un loco viento festival.
¡Ay yeguayeguaa!…
Como un botoón en Primavera
un loco viento festival.
¡Ay yeguayeguaa!…
Como un botoón en Primavera
se abre un relincho de cristal.
Revienta la espiga gallarda
bajo las patas vigorosas.
¡Ay yeguayeguaa!…
¡Por aumentar la zalagarda
trillarían las mariposas!
Maduros trigos amarillos,
campos expertos en donar.
¡Ay yeguayeguaa!…
Hombres de corazón sencillo.
¿Qué más podemos esperar?
bajo las patas vigorosas.
¡Ay yeguayeguaa!…
¡Por aumentar la zalagarda
trillarían las mariposas!
Maduros trigos amarillos,
campos expertos en donar.
¡Ay yeguayeguaa!…
Hombres de corazón sencillo.
¿Qué más podemos esperar?
Éste es el fruto de tu ciencia
varón de la mano callosa.
¡Ay yeguayeguaa!…
¡Sólo por falta de paciencia
las copihueras no dan rosa!
varón de la mano callosa.
¡Ay yeguayeguaa!…
¡Sólo por falta de paciencia
las copihueras no dan rosa!
Sol que cayó a racimos sobre el llano,
ámbar del Sol, quiero divinizarte
en la flor, en el grano y en el vino.
Amor sólo me alcanza para amarte,
¡para divinizarte, hazme divino!
ámbar del Sol, quiero divinizarte
en la flor, en el grano y en el vino.
Amor sólo me alcanza para amarte,
¡para divinizarte, hazme divino!
Que la tierra florezca en mis acciones
como en el jugo de oro de las viñas,
que perfume el dolor de mis canciones
como un fruto olvidado en la campiña.
como en el jugo de oro de las viñas,
que perfume el dolor de mis canciones
como un fruto olvidado en la campiña.
Que trascienda mi carne a sembradura
ávida de brotar por todas partes,
que mis arterias lleven agua pura,
¡agua que canta cuando se reparte!
ávida de brotar por todas partes,
que mis arterias lleven agua pura,
¡agua que canta cuando se reparte!
Yo quiero estar desnudo en las gavillas,
pisando por los cascos enemigos,
yo quiero abrirme y entregar semillas
de pan ¡yo quiero ser de tierra y trigo!
pisando por los cascos enemigos,
yo quiero abrirme y entregar semillas
de pan ¡yo quiero ser de tierra y trigo!
Yo di licores rojos y dolientes
cuando trilló el Amor mis avenidas,
ahora daré licores de vertiente
y aromaré los valles con mi herida.
cuando trilló el Amor mis avenidas,
ahora daré licores de vertiente
y aromaré los valles con mi herida.
Campo, dame tus aguas y tus rocas,
entiérrame en tus surcos, o recoge
mi vida en las canciones de tu boca
como un grano de trigo de tus trojes…
entiérrame en tus surcos, o recoge
mi vida en las canciones de tu boca
como un grano de trigo de tus trojes…
Dulcifica mis labios con tus mieles
¡campo de los recónditos panales!
¡campo de los recónditos panales!
Perfúmame a manzanas y laureles,
desgráname en los últimos trigales…
desgráname en los últimos trigales…
Lléname el corazón de cascabeles,
¡campo de los lebreles pastorales!
¡campo de los lebreles pastorales!
Rechinchan por las carreteras
los carros de vientres fecundos.
¡Ay yeguayeguaa!…
¡La llamarada de las eras
es la cabellera del mundo!
los carros de vientres fecundos.
¡Ay yeguayeguaa!…
¡La llamarada de las eras
es la cabellera del mundo!
Va un grito de bronce removiendo
las bestias que trillan sin tregua
en un remolino tremendo…
¡Ay yeguayeguaa!…
las bestias que trillan sin tregua
en un remolino tremendo…
¡Ay yeguayeguaa!…
Pablo Neruda.
De nuevo Gran Muflón vuelve a este enclave que la naturaleza eligió para que vivieran los humanos de buena voluntad.
Esta era es aún mayor y está situada entre la anterior y la aldea.
El solidario Córvido Carcávico dedica esta foto a aquellos emigrantes a los que un día obligaron a salir de estos pueblos, en dónde eran los reyes, para ir a morir en el anonimato de cualquier calle de las implacables urbes de un
progreso que no era tal, y que nunca llegaron a entender.
Entre 1960 y 1979, unas 2000
personas se vieron obligadas a abandonar sus casas y con ello su pasado más
reciente. El gobierno les puso en la calle con una expropiación
forzosa que les indemnizó para que se marcharan sin opción a más, teniendo
que olvidarse de sus casas y tierras desperdigadas por el amplio término
municipal de lo que es Santiago-Pontones, eso y muchos recuerdos que quedaron
en la memoria. Unas 50 aldeas se desalojaron derribando en muchos
casos todas las edificaciones para impedir el regreso de sus antiguos dueños o
nuevos vecinos que aprovecharan lo construido.
Esas expropiaciones fueron ejecutadas
por el Patrimonio Forestal del Estado en primer lugar durante la época de la
dictadura de Francisco Franco y posteriormente con el Instituto para la
Conservación de la Naturaleza, conocido por sus siglas como el ICONA, ya en
época democrática.
Exposición cronológica de las leyes y decretos vinculados al proceso:
- La Ley de Patrimonio Forestal del Estado de
1941; en la que se declaran diversas “zonas de interés forestal”, entre
las que se encuentra la Sierra de Segura.
- La Ley de repoblación forestal de 1951; la cual
establecía “la eliminación de los cultivos agrícolas que se encontraban en
la cuenca del Pantano del Tranco de Beas”.
- Un Decreto de 1955 por el que se declara la
necesidad y urgencia de la ocupación de las fincas de Pontones.
- Y, finalmente, el colmo de esta cadena de
leyes arbitrarias, fue la Ley 17/1960 por la que se crea el coto nacional
de las sierras de Segura y Cazorla, junto a otras resoluciones anteriores
relacionadas con la repoblación cinegética y la creación de este coto.
Bajo el Majal Alto nos hemos cruzado en el camino con dos personas que decían estar instaladas en la casa de un familiar en Los Centenares.
Cristóbal que después conversaría con los miembros de esta familia corrobora lo sucedido. La primera casa que vemos a la derecha del pueblo es la que reivindican como suya.
Ya nadie alventa el centeno en la era de los dioses serranos.
Vemos la actividad humana en la primera casa citada y animamos a esta familia a que recupere lo que es suyo, porque la manera de vivir de sus antepasados es lo más sagrado a lo que podemos aspirar.
Acercándonos a la aldea, no podemos entender como se pudo expulsar a los que construyeron una manera de vivir tan auténticamente integrada en el entorno natural.
Y todo por unos cuernos sacados al coto de caza, para acabar colgados en las paredes de unas desproporcionadas casas que conforme devoran la hierba, van arrinconando la vida que cada vez está más asfixiada y herida.
La gran noguera parece recuperar la alegría. La presencia de unos niños que acaban de bajar a la fuente, puede ser el acicate para que su arrugado fruto reviva en los rugosos cerebros de los jóvenes la ilusión de un otoño sin melancolía.
Las calles que marchitan los asfaltos,
son
mejor,
mi
calle nunca fue dócil
a
ninguna petición.
Mi
calle tiene dos salidas, es real,
si
cojo la de la derecha,
no
podré escapar,
más
en la otra esquina,
en
esa sin final,
se
oye un murmullo sin rima,
piedra y paso, caminar.
(quinrri)
Con la piedra sacada al limpiar los campos para la huerta y el cereal y la concedida madera, se hizo esta humilde pero sólida habitación. Sus anchas paredes resguardan tanto del frío como de la calor.
La austeridad y el pragmatismo era una norma en la arquitectura serrana, a los regalados y pomposos ornamentos se accedían con sólo salir por el umbral de la puerta y mirar alrededor.
Soneto, diciembre de 1847
En esta pobre aldea donde la vida es amarga,
El triste campo de muerte, de aspecto maldito,
Viene a mostrar las lágrimas del ciprés y del tejo
¡Al alma del caminante que palidece y se oprime!
El triste campo de muerte, de aspecto maldito,
Viene a mostrar las lágrimas del ciprés y del tejo
¡Al alma del caminante que palidece y se oprime!
Allá, a la vista de esas tumbas, en el lastimoso capitel,
Donde los ricos se duermen bajo la engañosa gloria,
Pero en frágiles cruces, indicación tan natural
¡Del sitio donde el pobre ha terminado la miseria!
En la ciudad donde siempre se desborda el placer,
Donde la abundancia suple el deseo más simple,
¡La muerte no es el fin de la esclavitud!
Pero en la triste aldea, donde duerme el desánimo,
¡Oh! ¡la muerte no sabría cómo venir tan rápidamente!...
¡Y por tanto en la ciudad, se muere como en la aldea!
Julio Verne
Cómo se nos va derrumbando todo aquello que era verdaderamente sólido.
De "EL SILVO DE AFIRMACIÓN EN LA ALDEA"
¡Rascacielos!: ¡qué risa!: ¡rascaleches!
¡Qué presunción los manda hasta el retiro
de Dios! ¿Cuándo será, Señor, que eches
tanta soberbia abajo de un suspiro?
¡Ascensores!: ¡qué rabia! A ver, ¿cuál sube
a la talla de un monte y sobrepasa
el perfil de una nube,
o el cardo, que de místico se abrasa
en la serrana gracia de la altura?
¡Metro!: ¡qué noche oscura
para el suicidio del que desespera!:
¡qué subterránea y vasta gusanera,
donde se cata y zumba
la labor y el secreto de la tumba!
¡Asfalto!: ¡qué impiedad para mi planta!
¡Ay, qué de menos echa
el tacto de mi pie mundos de arcilla
cuyo contacto imanta,
paisajes de cosecha,
caricias y tropiezos de semilla!
de Dios! ¿Cuándo será, Señor, que eches
tanta soberbia abajo de un suspiro?
¡Ascensores!: ¡qué rabia! A ver, ¿cuál sube
a la talla de un monte y sobrepasa
el perfil de una nube,
o el cardo, que de místico se abrasa
en la serrana gracia de la altura?
¡Metro!: ¡qué noche oscura
para el suicidio del que desespera!:
¡qué subterránea y vasta gusanera,
donde se cata y zumba
la labor y el secreto de la tumba!
¡Asfalto!: ¡qué impiedad para mi planta!
¡Ay, qué de menos echa
el tacto de mi pie mundos de arcilla
cuyo contacto imanta,
paisajes de cosecha,
caricias y tropiezos de semilla!
Aquí la vida es pormenor: hormiga,
muerte, cariño, pena,
piedra, horizonte, río, luz, espiga,
vidrio, surco y arena.
Aquí está la basura
en las calles, y no en los corazones.
Aquí todo se sabe y se murmura:
No puede haber oculta la criatura
mala, y menos las malas intenciones.
Nace un niño, y entera
la madre a todo el mundo del contorno.
Hay pimentón tendido en la ladera,
hay pan dentro del horno,
y el olor llena el ámbito, rebasa
los límites del marco de las puertas,
penetra en toda la casa
y panifica el aire de las huertas.
Con una paz de aceite derramado,
enciende el río un lado y otro lado
de su imposible, por eterna, huida.
Como una miel muy lenta destilada,
por la serenidad de su caída
sube la luz a las palmeras: cada
palmera se disputa
la soledad suprema de los vientos,
la delicada gloria de la fruta
y la supremacía
de la elegancia de los movimientos
en la más venturosa geografía.
Está el agua que trina de tan fría
en la pila y la alberca
donde aprendí a nadar. Están los pavos,
la Navidad se acerca,
explotando de broma en los tapiales,
con los desplantes y los gestos bravos
y las barbas con ramos de corales.
Las venas manantiales
de mi pozo serrano
me dan, en el pozal que les envío,
pureza y lustración para la mano,
para la tierra seca amor y frío.
Haciendo el hortelano,
hoy en este solaz de regadío
de mi huerto me quedo.
No quiero más ciudad, que me reduce
su visión, y su mundo me da miedo.
muerte, cariño, pena,
piedra, horizonte, río, luz, espiga,
vidrio, surco y arena.
Aquí está la basura
en las calles, y no en los corazones.
Aquí todo se sabe y se murmura:
No puede haber oculta la criatura
mala, y menos las malas intenciones.
Nace un niño, y entera
la madre a todo el mundo del contorno.
Hay pimentón tendido en la ladera,
hay pan dentro del horno,
y el olor llena el ámbito, rebasa
los límites del marco de las puertas,
penetra en toda la casa
y panifica el aire de las huertas.
Con una paz de aceite derramado,
enciende el río un lado y otro lado
de su imposible, por eterna, huida.
Como una miel muy lenta destilada,
por la serenidad de su caída
sube la luz a las palmeras: cada
palmera se disputa
la soledad suprema de los vientos,
la delicada gloria de la fruta
y la supremacía
de la elegancia de los movimientos
en la más venturosa geografía.
Está el agua que trina de tan fría
en la pila y la alberca
donde aprendí a nadar. Están los pavos,
la Navidad se acerca,
explotando de broma en los tapiales,
con los desplantes y los gestos bravos
y las barbas con ramos de corales.
Las venas manantiales
de mi pozo serrano
me dan, en el pozal que les envío,
pureza y lustración para la mano,
para la tierra seca amor y frío.
Haciendo el hortelano,
hoy en este solaz de regadío
de mi huerto me quedo.
No quiero más ciudad, que me reduce
su visión, y su mundo me da miedo.
Lo que haya de venir, aquí lo espero
cultivando el romero y la pobreza.
Aquí de nuevo empieza
el orden, se reanuda
el reposo, por yerros alterado,
mi vida humilde, y por humilde, muda.
Y Dios dirá, que está siempre callado.
cultivando el romero y la pobreza.
Aquí de nuevo empieza
el orden, se reanuda
el reposo, por yerros alterado,
mi vida humilde, y por humilde, muda.
Y Dios dirá, que está siempre callado.
Miguel Hernández.
He oído que algunos serranos tenían la costumbre de cuando nacía un hijo o hija sembraban un árbol. Aquí vemos un almendro y una noguera, quizás representen la alegría del nacimiento de una parejita.
RUINAS
Yo también tengo ruinas
y si acudo al pasado
ya no sé a quién o a quiénes
busco entre los escombros
son ruinas sin prestigio
sin guías y con musgo
inmensas y mezquinas
señas de lo que fui
columpios desnudeces
huellas crepusculares matutinas nocturnas
la luna las descubre
les dice lo que eran
columnas de tesón cúmulos de experiencia
pedernales de amor
catacumbas de miedo
yo también tengo ruinas
pero no deslumbradas
sino ciegas distantes
residuos de palabras
vestigios de rencores
esquirlas de castigos
reliquias de caricias
ruinas tan taciturnas
calimas de la pena
albergan sus fantasmas
como todas las ruinas
y como todas dejan
escuchar su lamento
yo también tengo ruinas
meses y años troceados
muñones de confianza
perdones en añicos
piedras en las que a veces
me reconozco entonces
amo la piel rugosa
de mis hermanas ruinas.
ya no sé a quién o a quiénes
busco entre los escombros
son ruinas sin prestigio
sin guías y con musgo
inmensas y mezquinas
señas de lo que fui
columpios desnudeces
huellas crepusculares matutinas nocturnas
la luna las descubre
les dice lo que eran
columnas de tesón cúmulos de experiencia
pedernales de amor
catacumbas de miedo
yo también tengo ruinas
pero no deslumbradas
sino ciegas distantes
residuos de palabras
vestigios de rencores
esquirlas de castigos
reliquias de caricias
ruinas tan taciturnas
calimas de la pena
albergan sus fantasmas
como todas las ruinas
y como todas dejan
escuchar su lamento
yo también tengo ruinas
meses y años troceados
muñones de confianza
perdones en añicos
piedras en las que a veces
me reconozco entonces
amo la piel rugosa
de mis hermanas ruinas.
Mario Benedetti.
Hace unos años, cuando sobre los farallones que aparecen arriba. vimos por primera vez esta aldea, nos pareció un lugar ideal para vivir. Lo que más me sorprendió es que lejos de romper el paisaje lo dotaba incluso de una mayor y atractiva belleza.
Cristóbal (que ha estado conversando con el inquilino que ha vuelto a su casa) y Coyote, se preparan para continuar.
Por aquí entre árboles frutales en flor dejamos la entrañable aldea en busca de....
su fuente-lavadero.
Multitud de historias en torno a esta fuente, continúan vivas en espera de dejar de ser un sueño.
Hasta pronto aldea florida.
Volveremos aldea de la belleza y lo auténtico. Esperamos que en el próximo encuentro podamos oír el sonido de la trilla y los gritos de júbilo de l@s niñ@s.
Salimos en dirección Oeste en busca de la vecina aldea de Las Canalejas a la que se llega siguiendo a la izquierda por el carril que vemos y que es el mismo que va hacia el Majal Alto y los Llanos de Arance.
Nos está resultando muy difícil dejar esta paradisiaca aldea.
Y la mirada final con Los Miradores de Juan León y la Umbría de Parra arriba, protegiendo este sagrado lugar.
Nosotros no seguimos el carril y hemos llegado hasta el cementerio de Las Canalejas por una sendilla que ataja bastante.
Aquí se enterraba a los difuntos de todas las aldeas de los alrededores.
ÚLTIMO PASO ENTRE LAS TUMBAS
Hemos ido otra vez, entre las
piedras,
a través del partido panorama de
la adoba
y el cierzo venteando en los
rincones,
a aquel lugar –abandonado hoy-
donde papá mamó de nuestra
abuela.
Hemos ido de yerbajo hasta
la tumba,
de bóveda caída hasta la fuente
y nadie presenció nuestra
presencia.
Está todo batido por la
yedra.
Todo se hace cielo abierto hasta
la entraña.
Todo se hace paisaje,
todo se hace monte,
solitario matojo, viento y
horizonte.
Los recuerdos anidan entre el
polvo,
la tapia derrumbada y el ocaso
del cielo.
Un día y otro día los abaten,
los rompen, los trituran,
y al final ni tumbas, ni páramos
ni yedra:
Sólo olvido.
Jose Antonio Labordeta
Llegando a la fuente-lavadero de Las Canalejas.
Ni el alegre Coyote consigue devolver la alegría a esta fuente y lavadero que debió ser un hervidero de vida al lado del camino.
SUEÑO
Mi corazón reposa junto a la fuente fría.
(Llénalo con tus hilos,
araña del olvido.)
(Llénalo con tus hilos,
araña del olvido.)
El agua de la fuente su canción le decía.
(Llénala con tus hilos,
araña del olvido.)
(Llénala con tus hilos,
araña del olvido.)
Mi corazón despierto sus amores decía.
(Araña del silencio,
téjele tu misterio.)
(Araña del silencio,
téjele tu misterio.)
El agua de la fuente lo escuchaba sombría.
(Araña del silencio,
téjele tu misterio.)
(Araña del silencio,
téjele tu misterio.)
Mi corazón se vuelca sobre la fuente fría.
(Manos blancas, lejanas,
detened a las aguas.)
(Manos blancas, lejanas,
detened a las aguas.)
Y el agua se lo lleva cantando de alegría.
(¡Manos blancas,
lejanas, nada queda en el agua!)
(¡Manos blancas,
lejanas, nada queda en el agua!)
Federico García Lorca.
Pasando junto a la iglesia de la aldea de Las Canalejas.
Las casas fueron dinamitadas para evitar que sus vecinos volvieran, sólo fue indultada la iglesia y la casa del cura. El régimen neocatólico imperante durante la dictadura del "gran cazador" tiene aquí al menos un acto de misericordía.
Poco mamó aquel oscuro régimen del mensaje cristiano, doctrina de grandes valores, en la que la iglesia es una congregación de personas y las únicas que vemos son dos senderistas que van de paso.
Para donde vamos, si hasta dinamitamos la felicidad.
LAS CANALEJAS
Descripción sacada del libro: Las Canalejas. Una aldea en la memoria. Por
Tomás López López.
Las Canalejas era una de las aldeas más importantes de la Sierra de
Segura y de toda aquella amplia comarca, en la que vivíamos unas sesenta
familias, muchas de ellas muy numerosas. El número de habitantes pasaba de los
trescientos y pertenecía al municipio de Pontones en la provincia de Jaén.
En su entorno había un gran número de cortijadas y pequeñas aldeas, creo
que puedo recordarlas a todas.
Empezaré por Los Centenares: de aquí venían varios alumnos a la escuela
porque estaba muy próxima a nuestra aldea.
La Tinada también estaba muy cerquita, en esta cortijada existía una
familia que tenía una pequeña industria, fabricaban tejas y las hacían muy
buenas y fuertes; tenían que resistir el peso de la nieve que en toda aquella
zona, en los inviernos, se acumulaban bastantes centímetros de espesor en los
tejados.
El Poyo de la Higuera, Las Huelgas, El Miravete, Parrates, Las Malezas,
Las Losillas, Los Archites, El Aguaeríco, Mira Buenos, Agua Mula, La Casa de
las Tablas, El Royo del Hombre, Las Grajas, La Majada de la Lana, La
Fresnadílla, la Cueva del Torno, Los Villares, Las Hoyas de Albardía, El Mulón,
Cuberos, Los Aguaciles, Las Cabañas y El Prado de la Peguera.
Para todos los habitantes de estas aldeas y cortijadas, Las Canalejas se
podía decir que era su capital, por encontrarse en el centro neurálgico de toda
aquella amplia comarca, por su cercanía y porque en ella encontraban todos los
servicios que cualquier pueblo podía ofrecer en aquellos tiempos: una escuela
mixta donde se impartía clase a los niños y niñas de la zona en edad escolar
que podían asistir; una iglesia, donde se podían celebrar bodas, bautizos,
comuniones y toda clase de actos religiosos; un cementerio donde recibían
sepultura las personas que fallecían en toda la comarca. También había servicio
de Correos, tan importante en aquella época; pensad que la forma de comunicarse
que existía con los pueblos más cercanos era recibir las cartas y los
telegramas cada dos días.
Las situaciones que se presentaban en los inviernos cuando se producían
aquellas grandes nevadas. Eran situaciones de verdadero dramatismo, sobre todo
cuando algún vecino de la aldea se ponía enfermo de gravedad y a causa de la
nieve, era imposible poder salir a buscar un médico. Esta era quizá la parte
negativa de vivir en aquel incomparable lugar.
También en la aldea había comercios, y muy bien surtidos de toda clase de
artículos que se pudieran necesitar. Bares, también llamados tabernas, no tan
lujosos como los que hay ahora, pero muy agradables y acogedores para pasar un
rato con los amigos y vecinos.
También toda clase de servicios: carpinteros, albañiles, serradores y
talleres, como la Fragua del señor Antonio Teruel, donde fabricaban y reparaban
toda clase de herramientas y útiles para las faenas del campo; como hachas,
azadas, escavillos,y toda clase de aperos de labranza.
Ponían las herraduras a las bestias: mulas, caballos y burros,
imprescindibles estos para las labores del campo.
En aquellos tiempos, en la aldea no existían los tractores ni los coches,
por lo que todas las familias procuraban tener un animal de carga en su casa,
burro, mulo o caballo.
Esta aldea, Las Canalejas, estaba asentada en un maravilloso valle,
adornado con sus numerosas nogueras, y árboles frutales, rodeada por dos
arroyos de agua que procedían de sus numerosas fuentes y hacían de ella un
lugar maravilloso.
Ya que nos hemos servido de este emocionante y valioso texto, que menos que dar a conocer el libro de donde lo hemos sacado y el nombre de su autor Tomás López López, nacido en la aldea de sus amores, Las Canalejas.
Con la pesadumbre de la injusticia a cuestas seguimos por el Arroyo de las Canalejas abajo.
La senda va en principio por la margen derecha.
La senda es una gran obra de ingeniería serrana, y aguanta bastante bien pese a algunos desprendimientos, pero como no hay personal para su mantenimiento, llegará el día que no podremos pasar.
La senda comunicaba Las Canalejas con su vecina aldea de Los Archites.
Coyote nos dice que la senda pasa a la otra margen.
Al cruzar nos encontramos con esta poza.
Cristóbal poco antes de llegar a la poza.
La senda por esta margen es todavía más atractiva si cabe.
La zona que estamos atravesando se conoce como Estrecho de Carriquí.
Una mirada atrás en la que añoramos a la Mula "Literaria" que tantas veces pasara por aquí.
Aquí consultamos el GPS, ya que vamos buscando una senda que sale a la izquierda para atajar en nuestro deseo de alcanzar la pista que viene desde la aldea de Los Archites hacia el Majal Alto.
Aún podemos disfrutar de este agradable camino un poco más.
El final del Estrecho de Carriquí nos deleita con estas vistas hacia el Embalse del Tranco.
Detalle del embalse cercano a la presa que se encuentra bajo la Risca del Guijarrón en la parte izquierda de la foto. A su derecha se extiende la tupida sierra que precede a Beas de Segura.
El final del estrecho coincide con esta presa.
Cristóbal y Coyote disfrutan de este mirador natural.
Al fondo vemos el Yelmo y un poco a su derecha despuntando tras el Cinto de Parrate aparece Peña Amusgo que tan buenos recuerdos nos trae.
El encajonado valle del Arroyo de Las Canalejas por el que hemos bajado.
Y por fin tras tomar a la izquierda cogemos la senda del atajo.
Llegando a la pista.
Por la pista que viene desde el Puente de Hierro y Los Archites hacia los Llanos de Arance.
Caminando relajados por la pista llevamos a nuestra derecha el Embalse del Tranco y la zona quemada de Las Villas.
Con tanto relax nos hemos pasado el siguiente atajo. Cristóbal corrige al grupo que tuvo que volver un poquito.
Y por este cortafuegos descendimos a tumba abierta hacia el Cortijo de Mirabuenos con el Arroyo del Aguaderico a nuestra izquierda.
Arriba vemos las altas cumbres de la Sierra de las Villas, que nos recuerdan la gran circular que este club realizó desde la Cueva del Peinero el 17 de Octubre de 2.015 y cuyo enlace es:
http://losescuderossenderismo.blogspot.com.es/2015/10/por-la-colosal-carcava-del-aguascebas.html
La bajada tras el largo recorrido ya caminado se está haciendo larga. Gracias que las vistas del gran valle del Guadalquivir nos amenizan la marcha.
La perspectiva del Cerro Crístóbal (1.035) nos anuncia que la pista ya esta cerca.
Por la pista, llegando al cruce de la otra que bordea el embalse. Tomaremos a la izquierda.
El Cerro Cristóbal que bajando veíamos a la izquierda lo tenemos ahora de frente.
A la izquierda nos encontramos con esta fuente.
Cerca de la fuente unos gamos esperaban su turno para beber.
Les facilitamos el siguiente enlace por si les puede ayudar:
https://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=17180516
Longitud del trazado: 26'53 Km.
Duración: 8 horas y 57 minutos.
Grado de Dificultad: Media (por su gran distancia).
Agua: Llevar o reponer en las fuentes de Los Centenares y de Las Canalejas.