VALLE DEL GUADALENTÍN AL LADO DE LA CAÑADA DEL MESTO Y REMOJÓN EN EL GUAZALAMANCO.
Desde la Cañada del Mesto con la desembocadura del Gualay en el Guadalentín a nuestra espalda estos siete miembros del CD SENDERISTA "LOS ESCUDEROS" DE RUS os presentamos esta ruta estival que tanto nos ha sorprendido.
SINOPSIS DE LA RUTA.-
Iniciamos la caminata sobre las 9 h desde el cortijo Casa del Molinillo por la Cañada del Mesto que unía Pozo Alcón por el Vado de las Carretas con la Nava de San Pedro y la Sierra de Segura profunda. A unos centenares de metros del comienzo nos encontramos con un precioso puente en la entrada de La Cerrá de la Herradura, para ir ya ascendiendo por la cañada entre continuos restos de cortijos y otros en buen estado que os iremos describiendo.
La senda va por la margen izquierda del Río Guadalentín por lo que para la ida lo llevamos siempre a la izquierda y para la vuelta a nuestra derecha siempre con el río abajo parapetado por unos preciosos farallones entre los que destacamos el Puntal de Ana María y el del Raso.
Al pasar tras leve bajada desde el Puntal del Raso al lado del bien cuidado Cortijo de Paulera vemos a sus espaldas el estrecho cajón del Arroyo de los dioses el Gualay, seguimos un poco más y llegamos al alargado Poyo Tribardo, dónde tras desayunar emprendimos el regreso.
Para la vuelta abandonamos al inicio la senda para ir apegados a los farallones y contemplar el Guadalentín abajo a la derecha. De esta manera pudimos toparnos con unos cortijos que a la ida no vimos y cuya vegetación alrededor de ellos nos dejó perplejos.
Así de manera relajada fuimos al lugar de origen con la idea de coger los vehículos y trasladarnos al Guazalamanco que ya conocíamos y dónde tan bien lo pasamos con ducha, jacuzzi y baño incluido.
Parecía una locura hacer esta ruta en pleno Agosto pero es el lugar ideal para estirar las piernas en esta época ya que la Lancha de Almicerán y Tranco del Lobo nos proporcionaron una sombreada subida y para cuando el sol se nos quiso poner encima ya estábamos en el Guazalamanco.
Espero que disfruten de esta maravillosa ruta que a nosotros nos ha transportado a la época de máximo esplendor de este valle cuando las carretas subían y bajaban por lo que hoy es esta Cañada del Mesto.
La senda va por la margen izquierda del Río Guadalentín por lo que para la ida lo llevamos siempre a la izquierda y para la vuelta a nuestra derecha siempre con el río abajo parapetado por unos preciosos farallones entre los que destacamos el Puntal de Ana María y el del Raso.
Al pasar tras leve bajada desde el Puntal del Raso al lado del bien cuidado Cortijo de Paulera vemos a sus espaldas el estrecho cajón del Arroyo de los dioses el Gualay, seguimos un poco más y llegamos al alargado Poyo Tribardo, dónde tras desayunar emprendimos el regreso.
Para la vuelta abandonamos al inicio la senda para ir apegados a los farallones y contemplar el Guadalentín abajo a la derecha. De esta manera pudimos toparnos con unos cortijos que a la ida no vimos y cuya vegetación alrededor de ellos nos dejó perplejos.
Así de manera relajada fuimos al lugar de origen con la idea de coger los vehículos y trasladarnos al Guazalamanco que ya conocíamos y dónde tan bien lo pasamos con ducha, jacuzzi y baño incluido.
Parecía una locura hacer esta ruta en pleno Agosto pero es el lugar ideal para estirar las piernas en esta época ya que la Lancha de Almicerán y Tranco del Lobo nos proporcionaron una sombreada subida y para cuando el sol se nos quiso poner encima ya estábamos en el Guazalamanco.
Espero que disfruten de esta maravillosa ruta que a nosotros nos ha transportado a la época de máximo esplendor de este valle cuando las carretas subían y bajaban por lo que hoy es esta Cañada del Mesto.
DOMINGO 24 DE AGOSTO DE 2014.
Desde el lugar de inicio La Casa del Molinillo y desde la derecha: Chaparro, Alimoche, Jabalí, Chotillo, Zorro Ártico, Córvido Carcávico y Luis.
A la izquierda vemos esta cola del Embalse de la Bolera, con el puente por dónde pasaban las carretas en su día.
A unos cientos de metros nos encontramos este precioso puente de dónde se inicia la Cerrá de la Herradura otra atracción más que nos ofrece este río Guadalentín.
Cerrá de la Herradura con el agua aún prisionera por el embalse.
Vista desde el puente hacia el embalse.
Alimoche a la izquierda ha sido bautizado hoy y posa feliz con Luis y Chotillo a su derecha. Para ser tan temprano el fotógrafo os ha sacado la mar de propios.
Tras el puente vamos subiendo. Aquí vemos a la derecha restos de lo que fueron tablas para cultivo.
Llegando al Cortijo de los Tontos.
Al llegar nos sorprendió esta noguera que se resiste a dejar este mundo agarrada a esta arteria de vida como es la enorme raíz que vemos.
Chotillo al lado del bien conservado horno del Cortijo de los Tontos.
Este macho sobre los farallones de la Cerrá de la Herradura se nos quedó mirando con gran descaro, aunque no contestó a nuestro saludo. Parece que por aquí el ganado caprino es bastante normal.
Desde el cortijo nos asomamos y aquí vemos a Zorro Ártico con la Cerrá de la Herradura abajo al lado de su cabeza.
Hacia el Norte vemos la formación de este lapiaz con Jabalí al fondo.
Jabalí que intenta conversar con las cabras nos cuenta un dicho que un amigo suyo ya desaparecido le contó una vez y que nos hizo a todos pensar:
"La cabra no quiere siesta, y cuando quiere poco le cuesta"
El segundo cortijo que nos encontramos fue este que está muy cerca del Cortijo del Puntal de Ana María que se encuentra al lado un poco más arriba.
Y Chaparro no pudo contenerse y se fue directamente a saludar a este gigantesco quejigo.
Por encima de estos notables ejemplares vemos el Cabañas (2.026) como techo de la Sierra del Pozo y segunda máxima altura de todo el Parque de Cazorla, Segura y Las Villas tras la Sierra de La Cabrilla.
Desde el Puntal de Ana María vemos por dónde hemos subido con los Torcales del Lobo a la izquierda como inicio de esta larga y excepcional Lancha del Almicerán. A la derecha el Guadalentín poco antes de llegar al embalse de La Bolera.
Ruinas del Cortijo del Puntal de Ana María con la silueta del inconfundible Picón de Hernández (1.491 m) al fondo.
Vista de Los Torcales del Lobo por encima de las enormes encinas y quejigos que antes os hemos mostrado.
Córvido Carcávico ha querido mostrarnos las vistas que desde este Puntal tenían los habitantes que aquí un día vivieron y que no olvidarán mientras tengan memoria.
Vistas hacia el Oeste. Por encima del valle del Guadalentín podemos ver el cortijo de Las Acebadillas y su valle con su arroyo nacido de las entrañas del Caballo de las Águilas (1.681 m) y de la inmensa roca que es todo el Calar de Juana.
Alimoche se deja llevar por las corrientes de aires que los distintos niveles de rocas provoca, por ahora junto a el vamos aprovechando la sombra que nos regala la altiva Lancha del Almicerán.
Jabalí posa con el Branchón al otro lado del valle y el cortante farallón casi vertical que va hasta el Puntal del Raso
Saliendo de este idílico cortijo del Puntal de Ana María.
Y siguiendo por la Cañada del Mesto dimos con el del Raso del Peral integrado acertadamente con el Tranco de la Marcolla que vemos arriba y que le regala cada mañana esta fresca sombra.
Con el Puntal del Poyo del Raso a la izquierda comenzamos una suave bajada.
Restos de otro cortijo.
Y de pronto se nos aparece esta imagen con Poyo Tribardo amarilleando.
¿Quién me dijera, Elisa,
vida mía,
cuando en aqueste valle
al fresco viento
andábamos cogiendo
tiernas flores,
que había de ver con
largo apartamiento
venir el triste y
solitario día
que diese amargo fin a
mis amores?
El cielo en mis dolores
cargó la mano tanto,
que a sempiterno
llanto
y a triste soledad me ha
condenado;
y lo que siento más es
verme atado
a la pesada vida y
enojosa,
solo, desamparado,
ciego, sin lumbre, en
cárcel tenebrosa.
Después que nos dejaste, nunca pace
en hartura el ganado ya,
ni acude
el campo al labrador con
mano llena.
No hay bien que en mal
no se convierta y mude:
la mala hierba al trigo
ahoga, y nace
en lugar suyo la
infelice avena;
la tierra, que de buena
gana nos producía
flores con que solía
quitar en sólo vellas
mil enojos,
produce agora en cambio
estos abrojos,
ya de rigor de espinas
intratable;
yo hago con mis ojos
crecer, llorando, el
fruto miserable.
Garcilaso de la Vega
El Branchón (1.459 m) a la izquierda y el Puntal de la Atalaya (1. 655m) parecen presidir el espectáculo del final del Gualay estrellándose materialmente contra la pared de Poyo Tribaldo en el momento que se entrega al Guadalentín.
Privilegiado y a la vez bien cuidado Cortijo de la Paulera.
Un vistazo hacia atrás para admirar la Cuerda de la Marcolla por encima del Puntal del Raso.
Cortijo único este de la Paulera principalmente por poder ver cada día las aguas del Arroyo de los dioses El Gualay.
Y en esta sombra en la meseta de Poyo Tribardo por encima de la Cerrá de la Canaliega desayunamos.
Marchando que el sol viene pidiendo paso.
Vistas al Norte de Poyo Tribardo con la Loma del Caballo de Poyo Manquillo y la Cuerda de Loa Alcañetes al fondo.
Chotillo al posar junto al Cortijo de Poyo Tribardo con la Sierra de la Cabrilla al fondo de cuyas faldas nace el inigualable Guadalentín se erige en el cinematográfico de la temporada.
Comenzamos el camino de vuelta prácticamente por el de ida con la variante que tomamos nada más pasar la hondonada del Cortijo de la Paulera, desde nos fuimos en busca de los cortijos pegados a los farallones que anteceden al Puntal del Poyo del Raso que vemos en el centro.
Prado mortal de lunas
y sangre bajo tierra.
Prado de sangre vieja.
Me encontré con la muerte.
Prado mortal de tierra.
Una muerte pequeña.
El perro en el tejado.
Sola mi mano izquierda
atravesaba montes sin fin
de flores secas.
Catedral de ceniza.
Luz y noche de arena.
Una muerte pequeña.
Una muerte y yo un hombre.
Un hombre solo, y ella
una muerte pequeña.
Prado mortal de luna.
La nieve gime y tiembla
por detrás de la puerta.
F. García Lorca.
Canción de la pequeña muerte
Prado mortal de lunas
y sangre bajo tierra.
Prado de sangre vieja.
Luz de ayer y mañana.
Cielo mortal de hierba.
Luz y noche de arena.
Cielo mortal de hierba.
Luz y noche de arena.
Me encontré con la muerte.
Prado mortal de tierra.
Una muerte pequeña.
El perro en el tejado.
Sola mi mano izquierda
atravesaba montes sin fin
de flores secas.
Catedral de ceniza.
Luz y noche de arena.
Una muerte pequeña.
Una muerte y yo un hombre.
Un hombre solo, y ella
una muerte pequeña.
Prado mortal de luna.
La nieve gime y tiembla
por detrás de la puerta.
Un hombre, ¿y qué? Lo dicho.
Un hombre solo y ella.
Prado, amor, luz y arena.
Un hombre solo y ella.
Prado, amor, luz y arena.
F. García Lorca.
El río Guadalentín un poco más abajo de la Cerrá de la Canaliega.
Siguiendo aguas abajo lo vemos encajonado entre el Poyo del Raso y el Branchón.
Llegando al Cortijo de la Canalilla con el Poyo del Raso en el centro.
Zorro Ártico nos muestra las vistas río abajo desde el cortijo.
Otra perspectiva del Cortijo de La Canalilla con las paredes del Branchón a la derecha en la otra margen del río.
Lo que más nos llamó la atención aparte del bellísimo enclave del cortijo fue su variedad de árboles.
Exuberante majoleto.
A la sombra de este magnífico Serbal.
No estaría mal volver por aquí en otoño para cuando los racimos de serbas estén maduros.
Restos de un nuevo cortijo.
que no es otro que el Cortijo de Chanes perfectamente enclavado como el anterior.
Vistas del Branchón desde el Cortijo de Chanes.
La enorme noguera no pasó desapercibida para nadie.
Canto general.
Por ello va mi canto en tu silencio del color del
mundo
En el llanto mudo de tus cicatrices.
Caigo al imperio de tu memoriosa entraña
Dulce materia en que mi mano
deslizo
Ya que no quiero ser sepultado entre tus
ennegrecidas betas,
Pues prefiero escuchar el melodioso
crujir de tus raíces
que se desperezan en la alta noche del
poema,
ser tu aroma que trepa por tu tronco
hasta la copa
en que los seres alado se alimentan de
sus mejores frutos.
Arboles envueltos en flores que cantan a
la vida y sus desolaciones
Cuando el jazmín de noche llama al aire
aromado con su caricia de ángel
En su aura de rosal imaginario,
"en las riberas de la aurora"
Cuando la niebla inicia su galope
entre copa y copa hasta volverse muro
entre montaña y montaña.
Un nuevo aroma propagado llenaba,
Por los intersticios de la tierra,
Las respiraciones convertidas en sumos y
fragancias.
Pablo Neruda.
De nuevo retomamos la Cañada del Mesto.
Detalle al Oeste del Cortijo de Las Acebadillas visto desde el Puntal de Ana María.
De nuevo en el Cortijo del Puntal de Ana María.
Y en el de Los Tontos.
Al Oeste vemos arriba la zona de Puerto Pinillo con el Puntal del Buitre (2.007 m) a la izquierda y Peña Juana (1.887 m) a la derecha.
En pleno agosto y apenas hemos sudado.
De vuelta al embalse de La Bolera.
Cruzando por segunda vez el Guadalentín por este conocido puente.
Otra de la Cerrá de La Herradura.
Luis que desde que camina con nosotros ayuda especialmente en los reportajes fotográficos, tiene aquí su reconocimiento.
Tramo final del Guazalamanco a cuyas pozas nos dirigimos ahora en coche.
Y comenzamos con unas reconstituyentes duchas en la gran cascada artificial de la presa.
A la derecha vemos al níveo Chaparro, nuestro entrenador de deportes acuáticos, trepar con brío para iniciar una nueva y dura sesión.
El grupo en pleno calentamiento.
Jabalí que dice tener un tirón en la oreja derecha, observa atento las evoluciones.
¡¡¡Que equipazo mama mía¡¡¡ estos siete componentes del CD SENDERISTA "LOS ESCUDEROS DE RUS (JAÉN)
A Jabalí parece que se le han pasado las molestias.
Chotillo el que a buen árbol se arrima buena sombra lo cobija y más si es la de Chaparro.
Nos vamos Guazalamanco abajo.
Esta amiga lagartija parecía querer fichar por el equipo.
Un gran restaurante para almorzar.
Y tras la comida una nueva sesión ahora de saltos y baños en esta coqueta poza.
El salto que desde la pista hace Zorro Ártico nos da la opción clara de medalla para Río 2.016.
Chaparro siempre tratando de corregir pequeños detalles que pueden suponer la décima que determine la gloria de las reñidas medallas.
Luis perfecciona el estilo de espaldas.
Creo que Chaparro nos tiene alguna grata sorpresa.
Que no es otra que este explosivo ejercicio de sincronizada, dónde vemos a estos cinco emerger de esta guisa en un alarde de destreza y derroche físico. Lástima que la sincronizada sea sólo femenina, aunque nosotros no nos rendimos esperando que el COI recapacite y se preocupe por el deporte de base en vez de tanto despilfarro.
Jabalí nos muestra como se puede iniciar un tsunami.
Las aguas vuelven a la calma mientras nos damos el último remojón.
Deseando les haya gustado este reportaje nos despedimos de ustedes hasta la próxima. Saludos.
Duración: 6 horas.
Grado de Dificultad: Baja.
Agua: Llevar.